Estaba en la calle. Me acordaba
perfectamente de donde vivía, el truco estaba en seguir los mismos pasos hasta
llegar a su casa.
Mi corazón se aceleraba cada vez que daba
un paso. ¿Qué le diría? ¿Cómo comenzaría la conversación? Y sobre todo, ¿Cómo
me aclararía el por qué no le dijo nada a Anne?
Pasos y más pasos me llevaron a ese lugar.
Al edificio donde vivía Niall.
Miré el portero un par de veces para
recordar donde vivía. Cogí aire y tras auto convencerme, pulse el botón. Nadie
contestaba, nadie cogía el telefonillo.
No estaría en casa, pero debía esperarle.
Comencé a caminar de un lado para otro por
el jardín del edificio. Me apoyé contra la pared un par de veces.
Mi paciencia se empezaba a agotar.
De nuevo caminaba de un lado para otro,
pero preferí tomar asiento y calmarme. Niall llegaría, lo sabía. No podría
haberse ido muy lejos.
Encogí mis piernas para arriba y me las
rodeé con mis brazos. Eran las cinco de la tarde y hacía muchísimo calor.
¿Dónde se habría metido? Llevaba más de una
hora ahí, pero no aparecía.
Me levanté del banco de nuevo y llamé al
portero de nuevo. Nada. Ninguna contestación.
Estaba ahí sola. Me encontraba sola. No
había servido de nada venir a intentar aclarar las cosas, ni esperarle tanto
tiempo, ni nada de lo que había hecho había merecido la pena.
Ahora, me sentía más humillada y más inútil
que nunca. Besé al novio de mi hermana y jamás lo debía de haber hecho. Y eso,
me hacía sentir repugnante.
Frustrada, me di media vuelta y de nuevo
emprendí camino hacia mi casa.
~
Lunes por la mañana. Ocho y media. Estaba
dando vueltas por mi cama. Nadie vendría a darme clase de matemáticas, pero aún
así, tenía la necesidad de despertarme a esa hora y pensar que el rubito, de
nuevo,
vendría a verme.
Había pasado el día anterior metida en la
cama. No quería ver la cara a nadie y mucho menos a mi hermana.
Me sentía
impotente. Estropeé mi fin de semana y volví a hablar con él y aclarar las
cosas antes de lo que debía, pero ni si quiera le logré ver.
No quería pensarle, pero sin embargo, le pensaba
como nunca.
¿Qué estaría haciendo él? ¿Habría hablado
con Anne? ¿Se sentiría tan culpable como yo? ¿Sabría que habría venido antes
para hablar con él e intentar salir de dudas de por qué lo hizo?
Era un sinfín de dudas que rondaban por mi
cabeza y no había manera de controlarlas.
Bajé a desayunar. No había nadie en casa.
Me serví un vaso de leche y me lo bebí
mojando un bollo mientras veía la tele. Qué vacaciones más… no tenía adjetivos
para ellas.
Toda mi vida había soñado con las
vacaciones de ese año, y sin embargo, estaban siendo las más raras, angustiosas
y odiosas de toda mi vida.
Al menos, me iba a París e intentaría
aprovechar ese momento, que, quizá, fuese lo único bueno de ese verano.
Acabé de desayunar y dejé mi vaso en la
pila.
Suspiré. Todo esto era tan raro. Necesitaba
llorar porque me sentía culpable, pero también necesitaba hablar con él porque
quería saber por qué razón me besó. Por qué razón hizo eso.
Mi timbre sonaba. Me dirigí a la puerta y
giré el pomo.
-Hola, _____.
-¿Marcos? – Pregunté indecisa.
-El mismo… - Dijo.
Silencio incómodo. ¿Qué querría ahora él?
-Pasa, pasa. –Le ofrecí. –Estoy sola.
Marcos esperó a un lado mientras yo cerraba
de nuevo la puerta. Le llevé al salón y le pedí que tomase asiento.
-¿Quieres tomar algo? – Pregunté.
-No. Nada, nada. – Dijo.
-Bien.
Me senté a su lado y encajé mis manos.
Estaba esperando un argumento, algo que me dijese qué hacía él aquí.
-Vine solo a ver cómo estabas. – Dijo. – Y
a pedirte disculpas por… por haberme enfadado tanto y no haberte sabido
comprender.
-Tranquilo, Marcos. Prefiero olvidar.
-¿Hablaste con él?
-No le encontré.
-Oh, lo siento.
Silencio de nuevo.
Marcos me miraba y yo le miré. No sabía
exactamente lo que estaba tramando, pero sabía que por su mente pasaba algo.
Y sin darme cuenta, ese chico se abalanzó
sobre mí.
Marcos cogió mi cabeza y la acercó a la
suya. Comenzó a besarme con ganas. No podía apartarme, su mano me lo impedía.
Su cuerpo me desplazaba por el sofá y me
obligaba a tumbarme.
No quería, ¿qué estaba intentando ese
chico?
Pero, no podía moverme, no podía retirarme.
Marcos me tenía completamente inmovilizada.
Él seguía besándome brutamente y alborotándome
el pelo. Yo intentaba moverme y salir de sus brazos.
Pero antes de llegar al forcejeo, Marcos me
soltó.
Los dos escuchamos risas. Alguien estaba
entrando en mi casa.
-¿Qué coño hacías, Marcos? - Dije sin
prestar atención a lo que estaba escuchando en el pasillo.
Él me miraba culpable, preocupado.
-¿Interrumpimos algo? - Preguntó mi hermana entrando al salón y con una sonrisa pícara.
La miré y me retiré aún más de Marcos.
Detrás de ella se encontraba alguien. Se encontraba él. No. No podía ser. Más
gafe imposible. Ahora tendría que estar de nuevo compartiendo aire con el
rubito, compartiendo espacio y compartiendo miradas.
-No. Marcos ya se iba. - Dije.
Él se levantó y yo me levanté detrás de él
dirigiéndome a la puerta.
Pasé al lado de Niall y compartimos una
mirada. Una mirada culpable.
Pero yo, aún, estaba sin dar abasto con lo
que acababa de pasar con Marcos.
-Lo siento, yo… De verdad lo siento. – Se
disculpó susurrando cuando llegamos a la puerta. – Necesitaba besarte.
Necesitaba hacerlo.
-Vete, Marcos.
Agarré el pomo. Me miró y de nuevo se
disculpó.
Yo le miraba rabiosa y ni si quiera le
contesté. Simplemente, me limité a abrir la puerta y dejarle paso para que
saliese.
Masajeaba mi sien. Lo que me faltaba.
Marcos me acababa de besar, de nuevo. ¿Por qué lo habría hecho?
Él sabía todo.
Él sabía lo que me pasaba y lo que sentía. ¿Por qué lo haría?
Ahora, debería de subir a mi cuarto a estudiar
matemáticas, pero todo lo que tenía en la cabeza me lo impediría, así que,
preferí irme al salón.
Toda mi vida había cambiado en cuestión de
semanas. Mi mejor amiga se había enamorado de mi ex novio y yo me estaba
enamorando a cada segundo más del novio de mi hermana. Enamorar. Jamás había
pronunciado esa palabra y, sin embargo, cada segundo, se hacía más grande. Y ahora, después de besarle, descubrí que estaba verdadera, loca y profundamente enamorada de Niall Horan.
Me asomé un poco por la puerta del salón.
Anne estaba sentada al lado de él y sonriente se levantó.
Lo que me faltaba. Mi cuerpo ya no podía
más. Ya no tenía fuerza. Todo esto era demasiada presión para una persona tan
novata en esto como yo.
-¡Hola, ____! – Exclamó sonriente ella
cuando me vio en la puerta.
-Hola. – Dije casi sin fuerza al dar con los
ojos del rubito, de nuevo.
-¿Qué hacía aquí tan temprano Marcos? –
Preguntó.
-Vino a hablar conmigo. – Contesté sin
quitarle la mirada a Niall.
-¿Solucionasteis algo? – Dijo.
-No exactamente.
-Bueno… mala suerte. Voy a ducharme y bajo.
– Nos informó mi hermana. – Espero no tardar mucho.
Anne sonrió y tras mandarle un beso con los
labios a Niall, abandonó el salón.
Yo me senté en el sofá de enfrente de la
televisión, el estaba en uno de los sillones individuales.
Encendí la televisión.
Él miraba todo el salón intentando
esquivarme. Yo miraba la pantalla de la tele.
-¿Qué pasa? ¿No habláis? – Preguntó Anne sonriente.
-No hay nada de lo que hablar. – Contestó
Niall a su pregunta.
Le miré y arqueé las cejas. Había. Por
supuesto que había de lo que hablar.
Anne rió y cogió una toalla del armario del
salón que estaba al lado de la ventana. La alzó para que nos diésemos cuenta de
que era eso lo que buscaba y desapareció de nuevo.
Niall comenzó a mirar la tele. Le miré.
Tenía que comenzar una conversación. Debía hacerlo. Cogí aire e intenté
calmarme a mí misma.
-El otro día fui a tu casa. – Decidí decir.
Niall me miró a los ojos y suspiró de forma
pasota. Hizo un círculo con los ojos y cruzo los brazos. Parecía indignado con
mi afirmación.
-Estuve esperando más de una hora pero no
apareciste. – Insistí.
El chico me ignoraba y continuaba mirando la
pantalla.
-¿No me vas a contestar? – Pregunté. Espere
unos segundos para que él me contestase pero ni si quiera fue capaz de mirarme
a los ojos. – Vale.
Me levanté frustrada y me dirigí a la
puerta. Prefería estar en mi habitación que estar soportando que ese chico me
ignorase.
Sabía que se sentía culpable de lo que pasó
porque sabía que quería a mi hermana, pero eso no le justificaba la manera de
ignorarme.
-El huir no es la solución. – Dije.
Abrí la puerta del salón y escuché como
Niall se levantó del sofá. Vino detrás de mí y se puso delante.
-¿Te vas a ir a París?
Le miré con rencor.
-¿Sólo te importa eso? – Pregunté desafiante.
-¿No me vas a dar explicaciones de por qué hiciste eso el otro día?
-Lo siento, ____. Pero, ¿Te vas a París? –
Insistió.
Le miré y, tras algo de silencio, contesté.
-Sí. Me voy a París.
-¿Cuándo?
-Dentro de unos días.
Niall miró hacia el suelo y se apartó para
que continuase mi camino.
-Pásalo bien. – Dijo cabizbajo.
-Gracias. – Contesté.
Comencé a subir las escaleras.
-Por cierto. – Añadió. - ¿Y el dibujo?
Me paré en seco y le miré.
-Lo entregaré antes de irme. – Le dije.
-¿Lo has acabado? – Siguió preguntando.
-Niall, no te entiendo. – De nuevo bajé las
escaleras y me puse en frente de él. –No entiendo cómo puedes hacer como si
nada hubiera pasado. Me besaste. Me besaste cuando estaba borracha. No sé con
certeza lo que te dije ni lo que te llevó a hacer eso, pero sabías
que yo no tenía mis cinco sentidos y tú sí. Tú me besaste por algo. ¿Por qué?
me encaaaaaaaaaaaaanta,para cuando el siguiente? jajajaja <3
ResponderEliminarOhhh sube otro hoy porfaaa ,queremos saber que le dice !!!!:'(
ResponderEliminarMe encantaaaa de veras nO dejes de escribirla :)
¿¿QUE?? ¿¿QUE?? ¿¿QUE?? NO ME PUEDES DEJAR ASÍ SIEMPREEEEE >.< Es perfecto ya lo sabees!! Sigueee!!
ResponderEliminarOye guapa ven a mi entierro que acabo de morir!!! Oh Dios mío como me dejas con esta INTRIGA MI ARMA!! SIGUIENTE PERO YAAAAAAAAAA!!
ResponderEliminarAwwwwwwwwwwwwwwwwwww