Me tumbé en la cama bajo la mirada de mi hermano. Mirando al
techo y abrazando a mi peluche. Tenía tanta razón mi hermano…
-¿Se puede? - No me lo podía creer… La silueta perfecta de
nuevo aparecía por el arco de mi habitación.
-Sí, yo ya me iba. – Dijo Liam levantándose sin quitarme ojo.
Yo acto seguido me incorporé.
Me dedicó una última mirada de ‘Haz lo que te he dicho’ mi
hermano mayor y abandonó la habitación.
Niall esperó a que cerrara la puerta y se sentó en mi silla
del escritorio.
-¿Ha colado? – Me guiñó un ojo y me sonrió. -¿Te pasa algo? –
El chico se dio cuenta de que todo no iba bien. -¡Eh!
Se arrimó con las ruedas de la silla hacia mi cama.
Apoyó sus manos en mis piernas mientras yo rodeaba todo mi cuerpo con mis
brazos.
-¿Qué te ocurre?
Su ligero tacto estaba rozando mi piel. Esa piel que se
estaba empezando a erizar. Era demasiado lo que producía ese chico en mí, no
sabía cómo podría controlarlo.
De repente un ligero toque a la puerta hizo que nos
separásemos.
-¡Buenos días! – Anne, como siempre, tan oportuna.
Niall se giró y se levantó con una sonrisa enorme. ¡Lo que me
faltaba…!
Parece que el karma me la estaba devolviendo. Tras una noche
increíble y fantástica con Niall, llegaba la hora de pasarlo mal.
Abrazos, chasquidos de labios, palabras empalagosas. Los dos
se tenían ganas. Pensaba que yo en esa escena sobraba.
Me levanté de la cama y fui dirección a la cocina, no sin
antes dar sin querer un pequeño golpe a Niall en su espalda que hizo que la
pareja de enamorados se separase.
Bajé las escaleras aún con más rabia que cuando las había
subido. Arrastré mis pies hasta la puerta de la cocina y me adentré en ella.
Abrí el frigorífico y saqué un poco de zumo. Necesitaba recobrar fuerzas.
Cogí el vaso y de un trago arrasé con todo lo que había en su
interior. Apoyé mis codos en la encimera de la cocina que estaba desierta. Solo
el reloj se escuchaba. Masajeaba mi sien en busca de algo de tranquilidad.
Eso
era demasiada presión. Demasiada obsesión. Demasiados sentimientos nuevos de
golpe.
-¿____? ¿Por qué has bajado? Yo ya me voy. – Anne entraba en
la cocina.
-Tenía sed. – Mentí. – Me subo.
Pasé al lado de Anne la cual me miró algo extrañada. ¡Normal!
Las estaba pagando con ellas cuando ella no tenía ni la más mínima culpa. Aquí
la culpa de todo la tenía yo que era la que se estaba entrometiendo en la
relación de ellos dos. La que se estaba pasando las horas muertas con su cuñado
y la que, muy a su pesar, estaba sintiendo cosas importantemente fuertes hacia
él.
Subiendo las escaleras, pensaba en que por una parte, Liam tenía razón. Debería olvidarme de Niall. No me hacía ningún bien seguir encaprichándome con el novio de mi hermana, pero por otra parte, cada gesto, cada palabra, cada respiración suya me llamaba más la atención. Me hacía que me enganchase más de él. Era imposible dejar de un lado en mi mente a el rubito y mucho menos viéndole siete de siete días a la semana.
Y más cuando le veía besarse con Anne. Ahí algo me hervía. La sangre me ardía y un enorme sentimiento de rabia me hacía engancharme más aún a Niall y no querer olvidarle por nada del mundo.
Entré en la habitación.
-¡Pensaba que nunca subirías! – Exclamó Niall con una sonrisa
de oreja a oreja.
Se le quitó cuando vio que mi rostro seguía igual de
entristecido que minutos antes.
-Te ocurre algo. – Soltó esa frase en forma de afirmación.
-Nada… tranquilo. Son bajones.
-Hace media hora estabas feliz.
-Lo estoy. – Fingí una sonrisa mientras me sentaba de nuevo al filo de la cama.
-No me mientes.
Niall se estaba volviendo amable conmigo. Parecía haber
cambiado de la noche a la mañana. ¡Qué digo! Él había cambiado de la noche a
la mañana. Incluso la noche anterior aseguró que le parecía interesante.
Me negué a contarle lo que me pasaba. ¿Cómo le iba a contar
que estaba así porque me estaba encaprichando con él y estaba empezando a
agobiarme aquello de no saber lo que me estaba pasando?
-Bueno, espero que con esto te alegre aun que sea sólo un
poco. – Le miraba de reojo. Niall abrió su bandolera y de ella sacó un folleto.
– Lo encontré dando la vuelta a la manzana.
¡Guau! Se había acordado de mí. Era un concurso de dibujo.
Niall consiguió lo que se propuso: Me sacó una sonrisa.
-¿De dónde lo has sacado? – Dije un poco más entusiasmada.
-Un hombre los repartía al lado de la heladería.
Miré a Niall que de nuevo se encontraba excesivamente cerca
de mí.
-También me dieron esto para ti. – Continuó sin apartarme la
mirada.
-¡Mis llaves! – Exclamé. Él sonrió satisfecho.
Se estaba comportando en este último día realmente bien
conmigo. ¿Cómo pretendía Liam que frenase toda esta situación si cada vez
sentía a Niall más cercano a mí? Por fin había conseguido dar ese gran paso y
parecía que a partir de ahora mis clases de matemáticas comenzarían a dar
fruto.
Ojeé el folleto que me había dado mientras él sacaba todos
los apuntes de matemáticas.
“Gran concurso
por parejas de pintura, el ganador se llevará un cheque de 500€ y un ordenador
portátil. La presentación del concurso se realizará el día 30 de Junio en la
plaza “San Matías” a las 17:00pm. En ella se explicarán los requisitos del
concurso. ¡No faltéis! ”
Miré hacia la pared y miré el calendario. Era 29 de Junio.
Mañana sería el día. Después, bajé la mirada hasta mi escritorio y observé lo
escacharrado que tenía ya mi ordenador. La verdad es que me hacía falta
renovarle. Y 500€ nunca vendrían mal. Además, podría ir ahorrando para el viaje
que, esa vez sí, el año que viene haría. Pero no caí en algo: Era concurso de
parejas. ¿Quién sería su pareja? Sophie no tendría tiempo para andarse con
bobadas como esa y Amy es una negada para eso de la pintura. Además, no eran lo
mismo 250 euros que 500.
-Fantástico, ¿a que sí? – Decidió comenzar una conversación
el rubito.
-Lo es. – Sonreí. – Pero me temo que no podré asistir. Es un
concurso por parejas y yo...
-¡Seré tu pareja! – A Niall le faltó tiempo para ofrecerse
como mi pareja.
-¿Tú? – Reí. – Ni si quiera sabes dibujar una casa con un
sol.
-¡Tranquila! Yo me presentaré como tu acompañante de dibujo
pero yo no te lo estropearé. Te ayudaré, intentaré aportar ideas. No quiero ninguno de los premios. Todos para ti.
-¿Premios? – De nuevo reí más. – Seguro que se presenta gente
con muchísimo talento, no creo que gane nada.
-Por arriesgar no pierdes nada.
Sonreí convencida. Iría encantada a esa reunión y más
acompañada de él.
De nuevo me quedaba mirándole. ¿Enserio ese era el Niall
Horan que me había cruzado hacía apenas unas semanas? No podía ser…
-Me cae mucho mejor el rubito amable. – Le dije.
-Yo siempre he sido amable. – Me soltó una pícara sonrisa.
-No. No lo eras y lo sabes.
-Hablé con Anne. – Me callé. En ningún momento me esperaba
que la respuesta de Niall fuese esa. – Por eso discutimos ayer. Por eso me bajé
corriendo de su habitación.
Le miré asombrada. Parecía que la culpa de su discusión
llevaba mi nombre.
-Si te soy sincero, estaba rabioso. Rabioso de tener que
darte clases a ti de matemáticas por ganarme la confianza de tu madre. ¿Eso qué
tendrá que ver? – Niall tenía razón. – Me daba mucha rabia y lo pagaba contigo
porque creía que tu ibas a ser una negada con las matemáticas.
-Gracias.- Sonreí
irónicamente.
-¡Era broma! Sin embargo, la conversación por la noche con tu
hermana me hizo entender que tú no tienes ninguna culpa y que la tiene tu
madre. Pareces una chica madura e interesante, ya te lo dije. Y bueno, también he de decirte que mejor
llevarnos bien que mal, que aún nos queda mucho verano juntos. – Una sonrisa
perfecta hizo que también se saliese algo la mía y la verdad, un verano junto a él...–Y bueno. – Prosiguió. -
Perdona si te he podido ofender en algo…
-Tranquilo. – Le sonreí. – Entiendo que te jodiese que fuese
de mí de quien dependiese que mi madre... ya sabes…
-Me aceptara.
-Sí, eso.
-Puedes decirlo.
-Sinceramente, me parece una tontería. Pero, ¿sabes? – Me
levanté de la silla. – Pienso aprobar esas matemáticas y darle con un cantito
en los dientes. Pienso demostrarle que eres un buen chico y que mereces un
respeto.
Niall sonreía conmigo. Se puso de pie también. Le miré a los
ojos.
-Eres genial. – Me dijo.
Mis mofletes empezaron a enrojecerse. Realmente era el único chico que era capaz de conseguir que yo me ruborizara, pero lo conseguía. Aún sin quererlo. Esto de olvidarme de este rubito iba a ser más difícil de lo que yo misma me pensaba. Y ahora menos, que se apuntaría conmigo a un concurso de dibujo conmigo y que me estaba ayudando a hacer uno de mis sueños realidad.
-Gracias por todo, Niall.
Sonrió. Sonreí. Éramos solo él y yo en una habitación a las diez y medio de la mañana. Lo demás daba igual.
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