-¿Y qué más,
abuela? – Lauren insistía. Quería por todos los medios que continuase contando
mis historias.
-Han pasado
tantas cosas estos años, querida. – Le dije como pude.
Esa niña era
preciosa. Se parecía enormemente a Claire y yo me sentía orgullosa de haber
creado una familia tan unida e increíble como la que yo no tuve debido a mis
caprichos y tentaciones.
Pero, al fin
y al cabo, esa fue la vida que me tocó vivir y de la que no cambiaría nada. Ni
si quiera le cambiaría a él.
Aún
recordaba como cuarenta años antes visité a Anne, después de tanto tiempo sin
vernos.
Cuarenta años antes.
-Estoy
nerviosa, Niall.
-Lo sé. Tu
manicura lo está pagando.
Escondí con
una sonrisa nerviosa las manos detrás de la espalda.
-¿Por qué
hemos tenido que venir hasta aquí? Han pasado ya diez años. Anne seguro que ya
me perdonó.
-¿Crees que
le entusiasmará verme a mí? Lo dudo, pero debemos de hacerlo. – Dijo agarrando
mi mano para que dejase mis uñas. - Creo que era aquí. – Niall llamó al timbre
de ese chalet.
Cogí aire,
mucho aire. Necesitaba verla y quitarme este gran peso de encima, pero a la
vez, temía su reacción.
Abrió la
puerta. Esa chica morena de metro sesenta acababa de aparecer en esa casa tan
lujosa. Seguía prácticamente igual, aunque, obviamente, los diez años que
habían pasado se notaban.
-____,
Niall…
Su boca se
entreabrió y mi corazón se saldría de mi pecho como siguiésemos así.
-Hola, Anne.
– Dijo Niall en mi ayuda.
-¿Qué hacéis
aquí? – Los ojos de mi hermana comenzaban a empañarse.
-Quería…
hablar… contigo. – Dije nerviosa.
-¿Quién es?
– Harry apareció detrás de Anne con un bebé en brazos.
Mi cara se
transformó y miré de reojo a Niall.
-¿Queréis
pasar? – Nos ofreció Anne.
Evitamos la
respuesta y pasamos por el hueco que nos dejaba para entrar. La seguimos hasta
el comedor y ambos tomamos asiento.
Mis piernas
no paraban de moverse. Niall me susurraba que me tranquilizase mientras Anne
había ido a la cocina a por algo de beber.
Ahí aparecía
de nuevo con dos vasos de agua.
-Bonita
casa. – Comenté.
-Gracias. –
Agradeció Anne. -¿Qué hacéis aquí?
-Me dedico a
presentar mis exposiciones. Mis pinturas han triunfado y comencé solo
presentando un cuadro. Ahora son exposiciones enteras de mis cuadros. La gente
está bastante entusiasmada con mi trabajo.
-Guau… - Se
asombró Anne.
-Y, bueno,
ayer la exposición fue aquí y… pensamos en venir a verte para arreglar las
cosas que en el pasado quedaron sin arreglar.
-Perdóname
por no haberte llamado ni intentado contactar contigo. – Se disculpó mi
hermana. – No estaba preparada para hablar contigo ni tampoco con Niall. Eso
que pasó fue algo que, quizás, no estuvo bien hecho pero que yo, debí de
perdonar y no mantenerme tanto tiempo sin preguntarte.
-No debes de
disculparte, Anne. Es normal.
-Quiero que
entiendas que nuestra relación no puede ser como años atrás, más que nada
porque el daño está hecho y estos diez años nuestras vidas tomaron caminos
diferentes. Pero aún así, eres mi hermana y quiero que sepas que aquí estaré
para todo lo que necesites.
Las lágrimas
salían de las órbitas de los ojos de las dos. Me levanté a la vez que ella y la
abracé. Las dos nos abrazamos después de tantos momentos y tanto tiempo pasado.
-Y tú Niall…
Espero que hagas feliz a mi hermana, sino, te las verás conmigo.
Ambos rieron
y yo me uní a esa sonrisa. ¡Puf! Menos mal que no me crucificó y me dejó en la
puerta de su casa.
Harry
apareció en el salón, de nuevo con el bebé en brazos. Se acercó hasta Anne y lo
colocó despacio en sus brazos.
Después,
Harry estrechó la mano a Niall y me dio dos besos a mí.
-¿Ese niño
es mi sobrino? – Pregunté.
-Así es. Se
llama Jacob.
-¡¿Cómo no
me has dicho nada?! –Exclamé acercándome hasta él.
-No tenía tu
número. Desde que papá y mamá murieron, he perdido mucho contacto con todos. Ni
si quiera sé que es de Liam.
Sonreí y
cogí al pequeño Jacob. No pude evitar emocionarme. Sinceramente, me sentía
culpable. Todo cambió por mi capricho. Nuestra familia se desunió por mi
tentación prohibida.
-Liam se
casó con Marta en una boda bastante íntima. Ni si quiera yo asistí, mi trabajo
me lo impedía. Por lo que sé tienen tres hijos y son felices juntos.
-Parece
mentira, erais inseparables.
-Sí. Son
fases de la vida que hay que aprender a afrontar y vivir. Le echo de menos al
igual que echo de menos todas esas cosas que viví con dieciocho años. Pero allí
ya no se puede volver y estoy orgullosa de mi vida.
Anne sonrió.
Seguramente que pensó en cómo sería su vida si no hubiera aparecido yo en la
relación de ambos y, aun que había pasado mucho tiempo, me seguía sintiendo
algo culpable. Pero si de algo estaba segura, es que Niall había hecho que mi
vida fuese diferente, mejor, perfecta.
En la actualidad
-Abuela, ¿tú
quieres al abuelo? ¿Mucho?
Sonreí de
nuevo débilmente. Mis ojos empañados del dolor y de la lucha entre respirar o
dormirme para siempre.
-Claro que
le quiero. Sin él mi vida hubiera sido completamente diferente y gracias a él
he tenido una de las mejores que jamás alguien pudiese desear. - Contesté.
Y así era.
Desde aquel viaje a París en el cual conocí a Lorette, él no se había separado
ni un segundo de mí. Me había hecho feliz cada segundo y había estado apoyándome
y animándome en todo lo que pudo, incluso en más.
Le quería, y
todos los años que quedaban detrás de nosotros, no pesaban. Mi amor hacia él,
hacia Niall, el padre de mis hijos y el abuelo de mis nietos, no había
cambiado.
Cuarenta y cinco años antes.
-Niall,
¿dónde has puesto el queso?
-¿El queso?
¿Qué dices?
-¡Sé que te
lo comiste tú!
-¿Yo?
Fui detrás
de él. ¡Se lo estaba comiendo!
-Eres un
capullo.
Sonreíamos
los dos mientras yo iba detrás de él rodeando el sofá.
-Eres un
capullo, enserio.
-¿Me das un
beso?
-¡NO! –
Exclamé enfadada.
Él rió más
intensamente y se metió otro cacho de queso en la boca.
-¡Ese cacho
de queso me pertenecía!
-Y tú me
perteneces a mí.
Niall
arrancó un cacho de queso con su boca y lo mantuvo en ella mientras sobresalía
un cacho de ella. Me cogió de la cintura y apresuradamente, me arrimó a él.
-Muerde. –
Dijo vocalizando mal debido a ese cacho de queso.
Yo reía sin
control.
-¡Vamos!
¡Muerde! ¡Se me va a caer! – Exclamó.
Le quité ese
cacho de queso con la mano y le besé.
En la actualidad.
-Qué bonita
historia, abu. Yo quiero tener un novio como tú y como el abuelo de mayor.
Quiero vivir con él todo lo que viviste tú con él de joven.
La pequeña
de ocho años no sabía nada de lo que yo había luchado por llegar con Niall
hasta donde había llegado.
-¡Mamá! –
Mis hijos entraban por la habitación. No quería irme sin despedirme de ellos.
-Hijos…
Los dos
vinieron a abrazarme junto a mis nietos que parecían asustados. ¿Cómo se iban a imaginar a su abuela en esta
situación?
-¿Cómo
estás? – Preguntó mi hija mayor.
-Bien,
cielo.
Claire, así
se llamaba nuestra hija. Estaba demasiado preocupada, no quería preocuparla
más. Sabía que esos iban a ser mis últimos momentos con ellos y debería de
aprovecharlos con las personas que más quería.
Treinta años antes.
Me despertaba
encima de los brazos de Niall. Parecía preocupado.
-¿Dónde
estoy?
-Estamos en
un taxi, vamos al hospital.
-¿Al
hospital para qué, Niall?
-Te has
desmayado. Es la segunda vez en una semana que te pasa. No pienso pasarte una
más.
El taxista
miraba por el retrovisor descubriendo la evidencia.
-Niall,
enserio. No es nada serio.
-Quizás
tengas el azúcar bajo
-Niall, no…
-O quizás el
hierro, ¿quién sabe?
Me incliné a
su lado para sentarme.
-Niall,
escúchame.
El chico se
quedó perplejo.
-Por favor,
pare el taxi. – Le rogué al taxista temiendo que el taxímetro continuase
subiendo.
Pagué lo que
le debía a ese hombre y abandoné el coche.
Salimos y
Niall aún seguía pensativo.
-Niall,
estoy embarazada.
Ese chico casi
deja escapar los ojos de sus órbitas. No se lo esperaba para nada. Ahora, en el
mejor momento, en el momento en el que nuestro negocio iba viento en popa.
-¿Enserio?
Afirmé con
la cabeza.
-Pero, ¿por
qué no me lo dijiste antes?
-Niall,
tengo miedo. Aún soy joven. Somos jóvenes. Además, todo nos va también ahora.
-Eh, eh. Tranquila.
Lo tendremos y lo cuidaremos. Da igual que estemos en nuestro mejor momento.
En la actualidad.
Permanecía
ahí, a mi lado. Agarrando mi mano y apretándomela fuerte. A pesar de los años,
la fuerza de ésta no se perdía y más cuando se trataba de agarrarme a mí.
-Esto se
acaba… - Me lamenté sabiendo que aquí acababa todo.
-Eres
fuerte. Y en el caso de que se acabe, me esperarás allí, ¿a que sí?
-Tu siempre me prometiste tu para siempre, aquí tienes el tuyo.
Todos habían
abandonado ya la habitación. Los médicos dijeron que era lo mejor. Ahora estaba
con él.
En esa
habitación de hospital, agarrada de la mano de mi marido y con miles de
sentimientos apunto de apagarse para siempre.
-No te
vayas, por favor. – Me pidió.
Mis ojos se
entrecerraban. Le escuchaba tan lejos. Estaba cansada. Quería cerrar los ojos.
-Por favor. –
Suplicaba, ya llorando.
-Te quiero.
Un último
suspiro y el último latido de mi corazón. Se apagó.
Mi mano soltó
a la de Niall, quien me abrazaba pidiendo desesperadamente que
volviese con él.
Tantos años
juntos, tantas cosas vividas. Una vida
formada a su lado. “Te prometo un para siempre” esa frase que se acostumbraba a
decirme todos los días antes de acostarnos.
Esos sábados
que no me dejaba descansar y me sacaba a enseñarme sitios de las ciudades que visitábamos
gracias a mis cuadros.
Esos lunes
que me despertaba con besos y me susurraba hasta que mis ojos se abrían.
Esos
momentos como el día que nacieron mis dos hijos que no me abandonó ni un solo
segundo.
Esas comidas
tan deliciosas que me preparaba.
Ese día que
apareció en París diciéndome que me quería.
Todo lo que
luchamos en apenas unas semanas para estar ambos juntos, nos dio resultado a lo
largo de la vida.
Él había
estado conmigo hasta el último suspiro, hasta mi último aliento, hasta mi
último latido.
Niall me
prometió un para siempre, que cumplió.
Y ahora, le
veía abrazando todavía un cuerpo, ya inerte, encima de una cama del hospital.
Le veía pero él a mí no.
-Te quiero. –
Le gritaba. -¡Niall, amor! Te quiero.
Pero él no
me hacía caso. Ya no me veía, ya no me sentía. Eran gritos que no llegaban a
ningún lado.
-¡Querido!
¡Estoy aquí! Date la vuelta, por favor. – Le agitaba los hombros pero ni si quiera
se inmutaba un centímetro. Niall ya no me oía y jamás me podría volver a oír.
Lloraba lágrimas que ni si quiera existían.
Él,
continuaba empapado en sus lágrimas. Lágrimas que solo podría calmar yo, y que,
aun que quisiese, jamás las podría volver a consolar.
LEED POR FAVOR, ES IMPORTANTE:
PD. Y aquí acaba, (de momento) Nobody Compares. Muchísimas gracias a todas las que habéis leído y seguido desde el principio, o desde más adelante la historia. Por vuestros comentarios y vuestras sugerencias. Por vuestro énfasis porque subiese otro capítulo, por invertir vuestro tiempo en novelas que simplemente, son unas cuantas letras juntas que dan sentido a algo. Quiero que sepáis que esta novela me ha encantado escribirla y tener lectores y lectoras tan increíbles como vosotras.
PD. Y aquí acaba, (de momento) Nobody Compares. Muchísimas gracias a todas las que habéis leído y seguido desde el principio, o desde más adelante la historia. Por vuestros comentarios y vuestras sugerencias. Por vuestro énfasis porque subiese otro capítulo, por invertir vuestro tiempo en novelas que simplemente, son unas cuantas letras juntas que dan sentido a algo. Quiero que sepáis que esta novela me ha encantado escribirla y tener lectores y lectoras tan increíbles como vosotras.
Y como siempre os digo, me encantaría que me dieseis vuestra opinión de qué os a parecido la novela en mi Ask: (http://ask.fm/Sttories1D) en mi twitter (@Sttories1D) en los comentarios de aquí debajo o si queréis algo más personal, en mi e-mail: sttories1d@gmail.com
Y de nuevo, gracias. Gracias por hacer que esta novela haya llegado hasta el epílogo y no se haya quedado en el prólogo. Gracias a todas las seguidoras de Twitter (todas a las que aviso diariamente, que podría poner vuestros users pero me los reservo porque sé que sabéis a quien me refiero.) que me apoyáis tanto y gracias a todas las que me comentáis en el blog. A esas chicas que me seguíais en Tuenti y que desde que lo perdí no volví a saber casi nada de ninguna, Marta, Maria José, Cris, Mercedes, la otra Cris, Alejandro, entre otros. Gracias, de verdad.
Sois geniales.
Y aquí acaba (de momento) Nobody Compares. Un besazo, Nerea. xx