lunes, 29 de abril de 2013

Capítulo 30.


Niall me miró fijamente y cogió aire. Algo importante me tendría que decir porque estaba realmente nervioso. Su mirada estaba temblando y su respiración parecía haberse acelerado.

Valla, que curioso, a mí me pasaba exactamente igual cuando estaba con él.

-Ya estoy lista. – Dijo Anne bajando las escaleras.

Los dos la miramos. Niall en forma de alivio, yo en forma de odio.

¿Por qué tendría que aparecer ahora? Necesitaba que Niall me confesara eso que le acababa de preguntar.

Debía de ser algo importante.

¿Y si estaba enamorándose de mí?  ¿Y si era eso lo que me quería decir? Necesitaba saberlo.

-Vámonos. – Dijo Anne besando en los labios a Niall.

Éste me miró mientras la besaba. Yo bajé inmediatamente la mirada.

-Volveré a la hora de comer. – Anne me lanzó un beso y metió su mano en el bolsillo trasero del pantalón de Niall.

Me sentía incómoda. No podía estar cómoda en esa situación. Anne estaba besando los labios que hacía unos días había besado yo. Y ella jamás se podía imaginar eso. Me sentía realmente mal porque él y yo éramos cómplices de lo que había pasado. Me sentía muy culpable y aparentemente él también.

La pareja desapareció yendo dirección al aparcamiento que había detrás de mi casa.

~

Días después.

Quedaban tres días para irme a París. Sólo tres días.

Ya tenía todo perfectamente organizado y había mantenido alguna conversación con la chica con la que me iría a vivir esa semana.

Sólo sería una semana pero me vendría realmente bien.

Hacía unos días que no sabía nada de Marcos. A Niall le veía casi todos los días, desgraciadamente.

Pero, para esquivarle, prefería mantenerme en mi habitación cada vez que venía y desde que hablamos ese día en mi pasillo, no volví a tener ningún tipo de contacto con él.

Todo eso había sido un error. Un verdadero y completo error.

Sacudí mis manos y las limpié en mi camiseta que estaba completamente llena de pintura.

Terminado. Al fin había terminado ese dibujo que tanto me había costado pintar.

Lo único que me faltaba antes de llevarlo al concurso era firmarlo y lo acababa de hacer.

Suspiré. Era idéntico a él. Ese don que heredé de mi abuela aún no se había esfumado y después de tantos años sin pintar, no me había olvidado en ningún momento de hacerlo.

Y el motivo por el que volví a hacerlo fue él. Fue Niall.

Quité el cuadro del caballete y lo puse en una funda tan grande como la lamina.

Lo bajé hasta mi habitación donde lo dejé encima de la cama mientras me cambiaba de ropa.

La poca ropa que había en mi armario. Casi toda ya estaba lavándose para llevármela.

Me miré en el espejo. Sonreí vagamente y recordé a Niall de nuevo.

Tantos días sin verle y no había dejado de pensar en él ni un segundo. Simplemente, había aprendido a vivir con la idea de que jamás el rubito y yo seríamos algo más que cuñados. Ni si quiera amigos.

Tampoco se me había borrado de la cabeza el por qué se puso tan nervioso aquel día en mi pasillo, ni por qué me había besado, ni por qué le importaba tanto el que me fuese a París.

Pero, simplemente, preferí dejarlo estar y olvidar todo eso.

~

Caminaba bajo ese sol de media mañana de mediados de Julio.

Fui exactamente hasta la dirección donde habría que entregar el dibujo.

Era un edificio pequeño y blanco. Miré algo la fachada y después miré mi reloj. Llegaba justamente a la hora 
perfecta.

Entré en el edificio que era a lo que había ido hasta ahí.

Abrí la puerta y me impulsó una fuerte ola de aire frío. Sonreí. Me hacía falta enfriarme. Ahí afuera hacía muchísimo calor.

Busqué la recepción en el cartel de la entrada y leí que sólo tenía que seguir ese mismo pasillo recto. La primera puerta a la derecha. Y así lo hice.

Entré en el despacho.

-Buenos días. – Saludé.

Un hombre que estaba sentado en una silla de despacho la giró sobre sí misma.
Dibujo por: @MJGarciaMarin

-Buenos días. – Sonrió.
-Venía a entregar el cuadro para el concurso de dibujo.
-Claro. Aquí es. – Dijo sonriente el hombre.

Le entregué la lámina y él la sacó. Se puso las gafas y tras un rato examinando el dibujo, me miró. Se quitó sus gafas y las dejó caer por su pecho.

-Señorita, enhorabuena. Es uno de los mejores dibujos que he visto en todos estos años que llevo manejando este concurso.

El hombre se puso de pie y me ensanchó la mano a la cual yo apreté con mucho gusto.

-Gracias. – Dije ruborizada. – Pero es un retrato.
-¿Un retrato? ¿De quién?
-De alguien muy importante para mí. Demasiado.
-¿De él? – Me dijo el señor que hacía unos segundos me había felicitado. 

Me giré cuando escuché eso.

No me lo podía creer. Era él. Era Niall. ¿Cómo sabía que vendría a entregar el dibujo?

-Niall… - Dije incrédula.

Ese chico se lanzó hacia el dibujo que el hombre le cedió para que lo viese.

Yo ya debía de estar ruborizada de más.

Lo miró y sus ojos se abrieron como platos.

-¿Yo? – Exclamó con una sonrisa de no creerse lo que estaba viendo.
-Sí… - Dije débilmente. –Tú.
-Dios mío, es mi clon. – Dijo entusiasmado. -¿Por qué me dibujaste a mí? ¡Enserio, tienes verdadero talento!
-Gracias… - Dije ruborizada del todo.

Niall me entregó de nuevo el trabajo bajo la mirada y sonrisa del señor.

Me sonreía. Sus ojos parecían inundarse de la emoción.

-Nos vamos ya, señor. Un placer. – Dije.

Estrechamos la mano con él Niall y yo y desaparecimos de esa sala. Los dos andábamos a la misma altura pero ninguno dirigíamos palabra. No sabíamos qué decir y si lo que diríamos estaba bien dicho.

Niall seguía con un gesto de sorpresa. Seguro que jamás se imaginó que el dibujo que hice fuese él.

Nos miramos por fin. Los dos sonreímos y tímidamente apartamos la mirada los dos.

-Bueno… - Dije cuando nuestros caminos tenían que separarse otra vez.
-Pásalo bien en París. – Dijo mirándome fijamente a los ojos.
-Gracias, Niall.

Niall cogió mi cara y retiró mi pelo. Dejé la cara inmovilizada. No sabía con exactitud que querría hacer. Un beso en la mejilla. Un suave y delicado beso en la mejilla.

Fue a cámara lenta, o al menos eso me pareció a mí.

Sentí como mi piel se erizaba. ¿Lo escucharía? ¿Escucharía realmente Niall a mi corazón gritando a más no poder que le quería?

Sin soltarme la cara, me miró directamente a los ojos. Estaba temblando. Temblaba de verdad. ¿Me besaría otra vez? No. Dudaba que repitiese ese error dos veces.

-Te quiero, ¿vale?

Y me besó la frente.

Se dio media vuelta y comenzó a andar en dirección contraria de mi camino. Miró un par de veces a ambos de la carretera y mal cruzó corriendo. Ni si quiera me dejó contestarle.

-Vale... - Susurré.

Cerré los ojos lentamente y vi como una lágrima cayó por mi cara.

No podía ser posible. ¿Enserio era la última vez que le vería antes de irme a París? Y, ¿por qué? ¿Por qué ese te quiero? ¿Qué quería decir con él?

“Deja de pensar en el mundo y piensa en ti por una vez” Pensé. ¿Y si dejaba de pensar en mi hermana? ¿Y si corría detrás de él y le besaba? 

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domingo, 28 de abril de 2013

Capítulo 29.


Estaba en la calle. Me acordaba perfectamente de donde vivía, el truco estaba en seguir los mismos pasos hasta llegar a su casa.

Mi corazón se aceleraba cada vez que daba un paso. ¿Qué le diría? ¿Cómo comenzaría la conversación? Y sobre todo, ¿Cómo me aclararía el por qué no le dijo nada a Anne? 

Pasos y más pasos me llevaron a ese lugar. Al edificio donde vivía Niall.

Miré el portero un par de veces para recordar donde vivía. Cogí aire y tras auto convencerme, pulse el botón. Nadie contestaba, nadie cogía el telefonillo.

No estaría en casa, pero debía esperarle.

Comencé a caminar de un lado para otro por el jardín del edificio. Me apoyé contra la pared un par de veces.

Mi paciencia se empezaba a agotar.

De nuevo caminaba de un lado para otro, pero preferí tomar asiento y calmarme. Niall llegaría, lo sabía. No podría haberse ido muy lejos.

Encogí mis piernas para arriba y me las rodeé con mis brazos. Eran las cinco de la tarde y hacía muchísimo calor.

¿Dónde se habría metido? Llevaba más de una hora ahí, pero no aparecía.

Me levanté del banco de nuevo y llamé al portero de nuevo. Nada. Ninguna contestación.

Estaba ahí sola. Me encontraba sola. No había servido de nada venir a intentar aclarar las cosas, ni esperarle tanto tiempo, ni nada de lo que había hecho había merecido la pena.

Ahora, me sentía más humillada y más inútil que nunca. Besé al novio de mi hermana y jamás lo debía de haber hecho. Y eso, me hacía sentir repugnante.

Frustrada, me di media vuelta y de nuevo emprendí camino hacia mi casa.

~

Lunes por la mañana. Ocho y media. Estaba dando vueltas por mi cama. Nadie vendría a darme clase de matemáticas, pero aún así, tenía la necesidad de despertarme a esa hora y pensar que el rubito, de nuevo, 
vendría a verme.

Había pasado el día anterior metida en la cama. No quería ver la cara a nadie y mucho menos a mi hermana. 

Me sentía impotente. Estropeé mi fin de semana y volví a hablar con él y aclarar las cosas antes de lo que debía, pero ni si quiera le logré ver.

No quería pensarle, pero sin embargo, le pensaba como nunca.

¿Qué estaría haciendo él? ¿Habría hablado con Anne? ¿Se sentiría tan culpable como yo? ¿Sabría que habría venido antes para hablar con él e intentar salir de dudas de por qué lo hizo?

Era un sinfín de dudas que rondaban por mi cabeza y no había manera de controlarlas.

Bajé a desayunar. No había nadie en casa.

Me serví un vaso de leche y me lo bebí mojando un bollo mientras veía la tele. Qué vacaciones más… no tenía adjetivos para ellas.

Toda mi vida había soñado con las vacaciones de ese año, y sin embargo, estaban siendo las más raras, angustiosas y odiosas de toda mi vida.

Al menos, me iba a París e intentaría aprovechar ese momento, que, quizá, fuese lo único bueno de ese verano.

Acabé de desayunar y dejé mi vaso en la pila.

Suspiré. Todo esto era tan raro. Necesitaba llorar porque me sentía culpable, pero también necesitaba hablar con él porque quería saber por qué razón me besó. Por qué razón hizo eso.

Mi timbre sonaba. Me dirigí a la puerta y giré el pomo.

-Hola, _____.
-¿Marcos? – Pregunté indecisa.
-El mismo… - Dijo.

Silencio incómodo. ¿Qué querría ahora él?

-Pasa, pasa. –Le ofrecí. –Estoy sola.

Marcos esperó a un lado mientras yo cerraba de nuevo la puerta. Le llevé al salón y le pedí que tomase asiento.

-¿Quieres tomar algo? – Pregunté.
-No. Nada, nada. – Dijo.
-Bien.

Me senté a su lado y encajé mis manos. Estaba esperando un argumento, algo que me dijese qué hacía él aquí.

-Vine solo a ver cómo estabas. – Dijo. – Y a pedirte disculpas por… por haberme enfadado tanto y no haberte sabido comprender.
-Tranquilo, Marcos. Prefiero olvidar.
-¿Hablaste con él?
-No le encontré.
-Oh, lo siento.

Silencio de nuevo.

Marcos me miraba y yo le miré. No sabía exactamente lo que estaba tramando, pero sabía que por su mente pasaba algo.

Y sin darme cuenta, ese chico se abalanzó sobre mí.

Marcos cogió mi cabeza y la acercó a la suya. Comenzó a besarme con ganas. No podía apartarme, su mano me lo impedía.

Su cuerpo me desplazaba por el sofá y me obligaba a tumbarme.

No quería, ¿qué estaba intentando ese chico?

Pero, no podía moverme, no podía retirarme. Marcos me tenía completamente inmovilizada.

Él seguía besándome brutamente y alborotándome el pelo. Yo intentaba moverme y salir de sus brazos.

Pero antes de llegar al forcejeo, Marcos me soltó.

Los dos escuchamos risas. Alguien estaba entrando en mi casa.

-¿Qué coño hacías, Marcos? - Dije sin prestar atención a lo que estaba escuchando en el pasillo.

Él me miraba culpable, preocupado.

 -¿Interrumpimos algo? - Preguntó mi hermana entrando al salón y con una sonrisa pícara. 

La miré y me retiré aún más de Marcos. Detrás de ella se encontraba alguien. Se encontraba él. No. No podía ser. Más gafe imposible. Ahora tendría que estar de nuevo compartiendo aire con el rubito, compartiendo espacio y compartiendo miradas.

-No. Marcos ya se iba. - Dije.

Él se levantó y yo me levanté detrás de él dirigiéndome a la puerta.

Pasé al lado de Niall y compartimos una mirada. Una mirada culpable.

Pero yo, aún, estaba sin dar abasto con lo que acababa de pasar con Marcos.

-Lo siento, yo… De verdad lo siento. – Se disculpó susurrando cuando llegamos a la puerta. – Necesitaba besarte. Necesitaba hacerlo.
-Vete, Marcos.

Agarré el pomo. Me miró y de nuevo se disculpó.

Yo le miraba rabiosa y ni si quiera le contesté. Simplemente, me limité a abrir la puerta y dejarle paso para que saliese.

Masajeaba mi sien. Lo que me faltaba. Marcos me acababa de besar, de nuevo. ¿Por qué lo habría hecho? 

Él sabía todo. Él sabía lo que me pasaba y lo que sentía. ¿Por qué lo haría?

Ahora, debería de subir a mi cuarto a estudiar matemáticas, pero todo lo que tenía en la cabeza me lo impediría, así que, preferí irme al salón.

Toda mi vida había cambiado en cuestión de semanas. Mi mejor amiga se había enamorado de mi ex novio y yo me estaba enamorando a cada segundo más del novio de mi hermana. Enamorar. Jamás había pronunciado esa palabra y, sin embargo, cada segundo, se hacía más grande. Y ahora, después de besarle, descubrí que estaba verdadera, loca y profundamente enamorada de Niall Horan.

Me asomé un poco por la puerta del salón. Anne estaba sentada al lado de él y sonriente se levantó.

Lo que me faltaba. Mi cuerpo ya no podía más. Ya no tenía fuerza. Todo esto era demasiada presión para una persona tan novata en esto como yo.

-¡Hola, ____! – Exclamó sonriente ella cuando me vio en la puerta.
-Hola. – Dije casi sin fuerza al dar con los ojos del rubito, de nuevo.
-¿Qué hacía aquí tan temprano Marcos? – Preguntó.
-Vino a hablar conmigo. – Contesté sin quitarle la mirada a Niall.
-¿Solucionasteis algo? – Dijo.
-No exactamente.
-Bueno… mala suerte. Voy a ducharme y bajo. – Nos informó mi hermana. – Espero no tardar mucho. 

Anne sonrió y tras mandarle un beso con los labios a Niall, abandonó el salón.

Yo me senté en el sofá de enfrente de la televisión, el estaba en uno de los sillones individuales.

Encendí la televisión.

Él miraba todo el salón intentando esquivarme. Yo miraba la pantalla de la tele.

-¿Qué pasa? ¿No habláis? – Preguntó Anne sonriente.
-No hay nada de lo que hablar. – Contestó Niall a su pregunta.

Le miré y arqueé las cejas. Había. Por supuesto que había de lo que hablar.

Anne rió y cogió una toalla del armario del salón que estaba al lado de la ventana. La alzó para que nos diésemos cuenta de que era eso lo que buscaba y desapareció de nuevo.

Niall comenzó a mirar la tele. Le miré. Tenía que comenzar una conversación. Debía hacerlo. Cogí aire e intenté calmarme a mí misma.

-El otro día fui a tu casa. – Decidí decir.

Niall me miró a los ojos y suspiró de forma pasota. Hizo un círculo con los ojos y cruzo los brazos. Parecía indignado con mi afirmación.

-Estuve esperando más de una hora pero no apareciste. – Insistí.

El chico me ignoraba y continuaba mirando la pantalla.

-¿No me vas a contestar? – Pregunté. Espere unos segundos para que él me contestase pero ni si quiera fue capaz de mirarme a los ojos. – Vale.

Me levanté frustrada y me dirigí a la puerta. Prefería estar en mi habitación que estar soportando que ese chico me ignorase.

Sabía que se sentía culpable de lo que pasó porque sabía que quería a mi hermana, pero eso no le justificaba la manera de ignorarme.

-El huir no es la solución. – Dije.

Abrí la puerta del salón y escuché como Niall se levantó del sofá. Vino detrás de mí y se puso delante.

-¿Te vas a ir a París?

Le miré con rencor.

-¿Sólo te importa eso? – Pregunté desafiante. -¿No me vas a dar explicaciones de por qué hiciste eso el otro día?
-Lo siento, ____. Pero, ¿Te vas a París? – Insistió.

Le miré y, tras algo de silencio, contesté.

-Sí. Me voy a París.
-¿Cuándo?
-Dentro de unos días.

Niall miró hacia el suelo y se apartó para que continuase mi camino.

-Pásalo bien. – Dijo cabizbajo.
-Gracias. – Contesté.

Comencé a subir las escaleras.

-Por cierto. – Añadió. - ¿Y el dibujo?

Me paré en seco y le miré.

-Lo entregaré antes de irme. – Le dije.
-¿Lo has acabado? – Siguió preguntando.
-Niall, no te entiendo. – De nuevo bajé las escaleras y me puse en frente de él. –No entiendo cómo puedes hacer como si nada hubiera pasado. Me besaste. Me besaste cuando estaba borracha. No sé con certeza lo que te dije ni lo que te llevó a hacer eso, pero sabías que yo no tenía mis cinco sentidos y tú sí. Tú me besaste por algo. ¿Por qué? 


sábado, 27 de abril de 2013

Capítulo 28.


Le miré aún sin saber qué hacía ahí exactamente. El alcohol me afectaba cada vez más.
Me separé de él. Nos miramos y nos transmitimos complicidad.

Todo eso era tan confuso. No sabía que hacía, no sabía que pensaba. Sólo sabía que acababa de besarle. A él. Al novio de mi hermana.

-Niall… - Le dije.

Me miró con los ojos cristalizados y se fue para adentro.

Ahora de verdad, sí que estaba sola. Más sola que nunca, más culpable que nunca. Ya ni aun que me bebiese otra botella de alcohol lograría que hiciese borrar lo que acababa de pasar.

~

De nuevo me encontraba como el día anterior. Tumbada en la cama, con la luz entrando por las rejillas de la persiana y con un dolor de cabeza indudable.

Intenté hacer memoria. Algo me vino de golpe como una punzada en el corazón. Algo que me hizo recordar aquel beso tan increíble que tuve con el rubito la noche anterior.

Aún teniendo todo ese alcohol circulando por mi sangre, si de algo fui consciente esa noche, era de que fue el beso más real y más sentido de toda mi vida, pero también había sido un error. Un total y completo error.

Agitaba mi cabeza y masajeaba mi sien. ¿Cómo pude ser tan idiota? ¿Cómo pude dejar que me besase? No recordaba todo con certeza, pero el instante del beso era imposible de borrar de mi mente.

Él me besó. Él fue el que me besó. Pero, yo le dije todo lo que sentía. No era el momento, ni el lugar. Niall no debería de saber eso, y ahora, sin embargo, nos habíamos besado.

Pero, ¿por qué me besó? ¿Por qué lo hizo? Estaba borracha, él sabía que yo no estaba con los cinco sentidos. Sabía que podría aprovecharse de mí. ¿Y si hicimos algo más? No recordaba nada más. Solo que… desapareció y se metió dentro de la casa.

Necesitaba hablar con él. Necesitaba buscarle. Necesitaba aclarar todas mis ideas y necesitaba aclarar lo que acababa de pasar. Todo eso fue un error. Nunca nos debimos besar.

Salí corriendo de la habitación y fui a la planta de abajo. Todos estaban en el salón desayunando.

-¡Buenos días! – Me dijeron todos. Todos excepto Marcos que continuó comiendo su tostada, mirando a la mesa. Ni si quiera levantó la mirada.
-Hola… - Dije yo mirando a todos los lados.

Ni rastro de él en el salón donde estaban todos desayunando. Salí al exterior. No había nadie. ¿Dónde se habría metido?

Entré a la casa. Todos ellos estaban al margen de lo que pasó anoche, o eso creía yo.

-¿Habéis visto a Niall y Anne? – Pregunté.

Todos se callaron y Marcos me miró desafiante.

-Se fueron anoche. ¿Recuerdas? Solo vinieron a pasar el día. – Contestó Amy.

La miré y me desencajé aún más. ¿Se fueron? ¿Juntos? ¿Anoche?

Al menos sabía que solo fue un beso, no hubo nada más.

Subí de nuevo a mi cuarto. Me tenía que ir de ahí. Tenía que irme a buscar a Niall. Tenía que aclarar lo que pasó anoche.

Saqué mi mochila y metí la ropa que dejé sobre la ventana húmeda. Me miré al espejo y pasé el cepillo un par de veces por mi pelo. Abandonaría aquella casa.

-¿Te vas? – Preguntó alguien.

Miré la puerta a través del espejo y vi que era Marcos.

-Sí. – Contesté sin dejarme de peinar.
-¿Alguna razón en especial? – Insistió.
-Quiero irme. Simplemente.
-Te vi. Os vi. – Dijo Marcos.
-¿Qué? – Pregunté confusa.
-Ayer te vi besando a Niall.

Mi cara se transformó. Se descuadró. Me giré y le miré a los ojos. De nuevo un puñal se me clavó en el estómago. Alguien lo sabía. Alguien más sabía lo que había pasado…

-No… - Dije a punto de derrumbarme.
-Tranquila. – Dijo Marcos. – No pienso decirle nada. Ni a él ni a nadie.

Le miré. No me podía creer lo que me estaba diciendo.

-Marcos… yo…
-No pasa nada. – Me interrumpió. – Yo lo sabía. Ya lo sabes.
-¿Tú fuiste el que me trajo a la cama? – Le pregunté.
-Sí. – Dijo. – No sabías ni dónde estabas.

Le sonreí y le abracé.

-Gracias, Marcos. Pero… creo que le debo una explicación. Creo que debo aclarar esto. Por eso me voy.
-Sí. No está bien lo que hicisteis. Él más que tú. Tú no… no estabas con nadie.
-Lo sé. Pero aún así no está bien hecho.

Cogí mi mochila.

-Baja deprisa. Se acaban de salir a la piscina. – Dijo señalando a la ventana. – Ya les pondré alguna excusa.

 Le sonreí y comencé a bajar las escaleras.

Paso a paso y sin que nadie se percatara, salí de la casa y me fui andando por la carretera.

Tras media hora andando, llegué al pueblo, donde había una estación de autobuses que me llevaría de vuelta a casa.

No tardó ni cinco minutos en llegar. Pagué mi billete y monté buscando un asiento al final del autobús. Me senté y puse mis auriculares.

Sólo pensaba. ¿Qué haría ahora? ¿Y si Niall se lo confesó a Anne? ¿Y si él de verdad quería hacerlo? ¿Y si de verdad me quiere?

Tantas preguntas sin resolver que tendría que pensar en su solución de camino a mi casa…

¿Qué haría al llegar? ¿Ir a mi casa? ¿Ir a la suya? ¿Llamarle?

Necesitaba un consejo de alguien. Necesitaba que alguien me guiase. Pero nadie podía hacerlo. En esto me había metido yo sola y tendría que salir yo sola.

~

Bajaba de ese autobús que me dejó a diez minutos andando de mi casa. Opté primero por ir ahí y dejar mi mochila.

Aún no sabía ni que le diría, pero si de algo estaba segura es que debía y quería hablar con él.

Al llegar a mi casa, saqué las llaves de la mochila. Las metí en la ranura y giré. Atravesé el jardín y entré en el interior.

No había nadie en el pasillo, tampoco en la cocina. Me acerqué al salón y abrí la puerta. Mis padres estaban mirando a Liam que estaba leyendo algo. Enseguida lo escondió detrás de su espalda.

Reí.

-¿Qué hacíais? – Dije insinuándoles que lo acababa de ver.
-¿Qué haces ya aquí, hija? – Me preguntó mi madre.
-No se responde a una pregunta con otra pregunta, mamá.

Ella sonrió y yo me dirigí a Liam.

-¿Qué escondes, hermanito?
-Nada fea. Vete. Aléjate.

De nuevo reí y comenzamos a pelearnos entre nosotros dos. Tras marearme unos cuantos segundos, conseguí quitarle el papel que tanto misterio tenía.

Lo miré. Era una carta. En la solapa ponía: Concedido.

Lo miré un par de veces por fuera y decidí abrirlo más. Liam no me lo intentaba quitar y mis padres estaban poniéndose nerviosos. ¿Qué habría dentro de ese papel que tan nerviosos les ponía que supiese? 

Lo abrí más. Dentro ponía un texto que leí por encima hasta que llegué con la mirada a algo que me sorprendió:

Un viaje. Un intercambio a París que llevaba mi nombre. No podía ser. No me lo creía.




viernes, 26 de abril de 2013

Capítulo 27.


-Niall… yo…
-¿Enserio sientes todo eso por mí? – Preguntó sobresaltado.
-No, no, no…
-Entonces, ¿por qué la dijiste eso a Sophie? – Preguntó extrañado.
-Niall, por favor… Vete.
-No, no me pienso ir. Dímelo.
-Es mentira. – Le dije agarrándome el corazón.
-Lo decías con sentimiento.
-Mentí. Quería animarla. Me dolía decirle que luchase por Marcos. Le quiero.
-¿Y por qué me pusiste a mí como ejemplo?
-Fuiste el primero que se me pasó por la cabeza.
-No. No te creo… Dime la verdad, por favor. – Me rogaba el rubito.
-Niall, vete.
-Dímelo. Por favor.

Niall me agarraba los brazos y me estaba impulsando hacia él.

¿Cómo pude ser tan tonta de no darme cuenta de que él rondaba por ahí? Ahora él sabía todo. Lo sabía y eso jamás lo debió de saber.

Mi corazón latía diferente. Jamás se había sentido así. ¿Cómo iba a excusarme? Se me notaba que lo que le dije a Sophie era verdad desde la primera sílaba hasta la última.

-No. – Le dije.
-Todo encaja, ____. Me pediste que me separase de ti, eres distante conmigo, no me miras igual. Te estás enamorando de mí…

Miré a Niall con los ojos inundados. Di un fuerte tirón para mis brazos y salí de aquella habitación bajando las escaleras en forma de caracol. Deprisa, muy deprisa. Sin mirar a ningún lado, solo al suelo.

Aún seguía sin creerme lo que pasó. ¿Cómo pude ser tan tonta? Ya se había enterado de todo. Por más que se lo negase era evidente.

Me dirigí a la cocina. Busqué en la barra y encontré una botella de algo de alcohol. Ni si quiera sabía lo que era, pero en ese momento era lo único que me podía calmar.

Saqué un vaso y me fui directa al sofá. Vaso tras vaso. Trago tras trago. Empezaba a hacerme efecto.

La resaca del día anterior no se me había pasado y aún así ya estaba emborrachándome otra vez.

Odiaba el alcohol, pero debía de admitir que era lo único que en esa situación me podría ayudar.

Empezaba a no saber ni lo que pensaba. Todo estaba nublado y mi cabeza estaba algo atorada.

Niall… ¿Quién se creía ese? Si le decía que no estaba enamorada de él no lo estaba.

Hice resonar mis labios haciendo una pequeña pedorreta.

Pero, ¿Qué más daba si se enteraba? Si me gustaba, me gustaba. Si le quería, le quería ¿Quién me iba a cuestionar eso?

Todo lo que estaba pensando era producto del alcohol.

-¡Eh, eh! – Lou entró del jardín.

Le miré. Seguía teniendo los ojos cristalizados de las lágrimas.

-¿Qué estás haciendo? ¿Sigues bebiendo? ¿No te sirvió lo de ayer de escarmiento?
-Déjame, Lou. – Le dije. No coordinaba bien, pero era lo que realmente quería, que me dejase.
-No te puedo dejar así. – Insistió.
-Déjame a mí. – Alguien se entrometió.

¡Cómo no! Era él. Me bebía todo ese alcohol para olvidarme de él, pero ni borracha le espantaba. Ni borracha le perdía de vista.

-No, Niall. Tú te vas. – Le dije.

Louis miró a Niall y giró el labio. Niall asintió con la cabeza y Lou abandonó el salón.

Ese chico se sentó a mi lado.

-Mírame. Mírame a los ojos. – Me pidió.

No podía tenerlos quietos. La cabeza me daba vueltas y todo eso era algo confuso. El alcohol me había afectado de más.

-¿Qué quieres? – Pregunté.
-¿Qué has bebido?
-¿Qué más te da? Preocúpate de lo que haya bebido Anne. – Le dije con recochineo.
-Anne no está tan borracha como tú.
-Yo no estoy borracha. – Dije frunciendo el ceño.

Niall resopló. Hizo un gesto de evidencia con la cabeza y de nuevo me miró a los ojos.

-Dime la verdad.
-¡Eres un pesado, Niall! – Exclamé. –No.

Me levanté el sofá y me fui al exterior de la casa. Seguía viendo doble y como siguiese así no me mantendría más de cinco segundos de pie.

Mis manos piernas empezaban a tambalearse y por un momento presentí que ahora el suelo y yo nos íbamos a ver más de cerca que nunca.
Pero ahí apareció él. Como un ángel. Como alguien que aparece en el momento justo, siempre.

Me elevó y me puso de pie. Me dio la vuelta y me puso mirando a él. Sus ojos parecían estar enrojecidos también. Me agarraba de la cara y no me dejaba moverla.

-O me lo dices, o no te suelto.
-No me gusta las personas chantajistas. – Dije entrelazándome un poco.
-Pues yo lo soy. Vamos.
-¡¿Qué quieres que te diga?! – Le grité y me soltó la cara. Me alejé algo de él. - ¿Qué es cierto todo lo que estaba diciendo en esa habitación a Sophie? ¿Qué es cierto que te quiero? ¿Qué es cierto que me muero cada vez que te veo besar a mi hermana? ¿Cómo voy a negarte lo evidente? Si tú debías de saberlo desde el principio, pero no lo quisiste evitar porque quieres que todas se fijen en ti y vayan detrás de ti. Pero no, yo te lo oculté porque soy una imbécil que se enamora del novio de su propia hermana. Que ve todos los días como se están abrazando, besando, paseando y todo eso que hacen las parejas en mis propias narices. Que allí donde vaya siempre apareces. Que no te puedo sacar de mi cabeza y que estoy enamorada de ti, Niall. ¿Te sirve? ¿Eh? ¿Te...

Niall cogió mi cara que estaba empapada de lágrimas y la acercó bruscamente a la suya. 
Chocamos. Nuestros labios chocaron. Sentí sus labios junto a los míos. Sentí su aliento, sentí su saliva dentro de la mía. Mi lengua jugueteaba con la suya. Los dos nos besábamos apasionadamente. Los dos con ganas. Por fin, y tras mucho tiempo esperando, el rubito y yo estábamos besándonos, bajo la luna de esa noche de finales de Junio, al lado de la casa donde se encontraban mi ex y mi hermana, su novia.

Ahí, fue exactamente ahí, donde comenzó toda una historia.