Corrí lo más rápido que pude hacia ellos.
-¿Qué te pasa? – Le pregunté preocupada a
mi amiga cuando la vi en tal estado.
-Nada. No le pasa nada. – Dijo Marcos
bordemente.
-Marcos, no te estaba preguntando a ti.
-Déjanos solos, por favor. – Me pidió él.
Me levanté y conservando las dos bebidas en
la mano, desaparecí.
No sabía que les estaba pasando.
¿Por qué lloraría a Sophie?
Salí desorientada a la mesa donde seguía
Niall mirando hacia la piscina. ¿Qué observaría?
-¿Qué miras? – Pregunté sentándome de
nuevo.
-Anne se está pasando con el alcohol…
-Tranquilo, ella controlará.
Sonrió tímidamente. Niall no debería de
estar muy cómodo. No se juntaba con Louis, que era con el que se llevaba bien.
Harry no le debería de caer del todo bien por lo que días atrás me dijo.
-¿Y a ti qué te pasa? Vienes con la cara
descompuesta. – Me preguntó él tras darle un gran trago a su refresco.
-He encontrado a Marcos hablando con Sophie
y ella estaba llorando. No quería decirme que la pasaba…
Niall arrugó el labio.
-¿Por qué pones esa cara? – Pregunté
sonriente.
-Es raro.
-Lo es.
-¡Vamos! ¡Vamos a la piscina!
-No, no. – Dijo él. – No me apetece.
Anne apareció de repente detrás de nosotros
dos. Yo la miré y borré inmediatamente la sonrisa de mi cara que había
conseguido sacarme Niall.
Me aparté de ellos y dando pasos para
atrás, miré la escena empalagosa.
Anne se puso delante de Niall y comenzó a
besarle. Dulcemente.
¿Por qué no yo? ¿Por qué no podía ser yo la
que estaba ahí?
Di un trago de nuevo a mi refresco y lo
tiré a la basura que estaba al lado de la puerta.
-¡Arriba! – Louis me cogió de la cintura y
colocó sobre su espalda. Comenzó a correr.
-¡Louis! ¡Bájame! – Le exigía.
-Es hora de darte un baño. – Yo pataleaba
intentando que me bajase.
-Lo…
¡Pum! Ese chico castaño se tiró a la
piscina conmigo en brazos.
Buceé
y tras pelear algo con su cuerpo, conseguí salir a la superficie.
-¡Eres un imbécil! – Dije sonriendo y
tirándole agua a la cara.
-Estás amargada. – Dijo burlándose de mí.
-No me apetecía bañarme. – Protesté.
-Bueno, ya lo has hecho.
Y tras esa frase le metí la cabeza bajo el
agua. Reía.
Louis salió de debajo del agua y agitó su
cabeza a ambos lados para quitar el agua de su pelo.
-¡Te vas a enterar! – Me amenazó.
De repente, miré en dirección al exterior
de la piscina.
Sophie salía abrazándose a sí misma y
Marcos la rodeaba con los brazos.
Ahí estaba pasando algo. Era bastante raro.
-Espera, Lou.
Salí de la piscina y me rodeé con la
primera toalla que cogí.
Secándome por el camino me acerqué de nuevo
a la pareja.
-Marcos, ¿podemos hablar? – Le pregunté.
Él miró a Sophie y ella seguía mirando
hacia el suelo, distante.
Se acercó a mí y yo me retiré pasos más
atrás.
-¿Qué la pasa?
-Nada. – Dijo seco.
-Marcos, dímelo.
-No.
Resoplé.
-¿Para esto me has llamado? – Preguntó él
bastante enfadado.
-¿Para esto? Llevas todo el día
ignorándome. Solo estás con ella. Llevas toda la tarde en el salón con ella, en
la comida con ella. ¡Siempre estabas con ella! Salí de la cocina y la vi llorando.
Me preocupé, pero tampoco me quiere decir que la pasa. Sé que sabes lo que la
está pasando.
-No te lo pienso decir. – Me interrumpió.
-Vale. De acuerdo. - Dije.
De nuevo resoplé.
-No sé que estamos haciendo con esto. –
Dije. – Mejor… olvidemos esta relación, ¿vale?
-¿Qué quieres decir? – Preguntó Marcos.
-Tú y yo solo podemos ser amigos.
-¿Me estás dejando?
-No somos novios.
-Lo éramos. Ahora claro que no.
-No, no éramos novios.
-Vale.
Marcos dio la vuelta y se fue enfadado para
adentro.
Yo me quedé sola, abrazada a mi toalla y
viendo como Sophie, que observaba todo lo que acababa de pasar, se acercaba a
mí.
-¿Qué ha pasado? – Me preguntó.
-¿Ahora te tengo que contestar yo? – La
dije.
Y me fui yo también al
interior de la casa.
Subí las escaleras en forma de caracol
bastante enfadada. Abrí la puerta de la habitación de las chicas y me tumbé
ahí.
Sabía que en la mía estaría él.
No lloraba. No era exactamente lo que
quería en ese momento. Tenía rabia. Él estaba más pendiente de mi amiga que de
mí y luego se quejaba porque quería dejarle. No sabía con exactitud lo que
estaba pasando.
Pensaba y pensaba. Mi mente le daba
constantes vueltas a eso.
Ahora me encontraba asomada por la ventana
y Niall y Anne continuaban abrazados. Ella estaba sentada encima de él.
Ahora de verdad mis lágrimas resbalaban.
Demasiada presión y demasiada resaca para soportar tanto agobio.
De nuevo me alejé de la ventana y me tumbé
en la cama. Encogiéndome en mí misma, recordándome que la única persona que
sabría animarme ahora mismo, no era para mí.
Toc toc. Dos golpecitos en la puerta.
-¿Se puede? – Preguntó alguien.
-Louis...
Mi tripa dio un vuelco. Por un instante
pensé que sería él, que sería el rubito.
-¿Qué ha pasado? Vi que discutíais…
-He dejado a Marcos. Él solo estaba con
Sophie y a mí me ignoraba…
-Tranquila. Es raro. Con las chicas nunca
ha sabido tener demasiada paciencia y me contó algo que le molestó anoche.
-Louis, ¿qué decía exactamente anoche? –
Pregunté.
-Decías algo de Niall. Algo como que le
querías. – Rió. – Supongo que sería por la conversación de broma que tuvimos.
Miré hacia el suelo. Comencé a llorar.
-¿Estás bien? – Preguntó Louis levantándome
la barbilla.
-No. No estoy bien, Louis. Mejor me voy a
dormir.
Me levanté y fui directa al pomo para
girarlo.
-No. No te vayas a dormir. Amy y Harry están preparando la cena.
-Prefiero descansar, Louis. – Insistí.
-Por favor.
Louis tiró de mi brazo bruscamente hasta
que mi torso y el suyo contactaron. Nos mirábamos directamente a los ojos y él
tenía una sonrisa dibujada en la cara, como siempre. Y yo, los ojos
enrojecidos, llorosos.
De repente se abrió la puerta. Alguien nos
interrumpió.
-¿Interrumpo algo? – El rubito. No me lo
podía creer.
-No, no nada. – Louis se separó corriendo
de mí.
Yo limpié mis ojos y salí de esa habitación
sin dirigirle ninguna palabra a Niall. Le esquivé. No tenía ganas de que me
viese en esa situación.
Abrí la puerta de mi habitación y entré. No
había nadie. Comencé a rebuscar en mi mochila un conjunto que estuviese seco.
La ropa que tenía estaba húmeda.
-¿Podemos hablar? – Una voz femenina sonó
detrás de mi espalda. Era Sophie. – Al menos déjame justificarme.
La miré. Parecía estar realmente afectada.
Nunca la había visto así.
Solté la mochila y me senté en la cama.
Ella, a los dos segundos, se vino a sentar a mi lado.
-Puede que esto te suene raro… Pero…
Miré a Sophie curiosa. Ella estaba
intentando comenzar algo, pero ni si quiera sabía por dónde empezar.
-Me gusta Marcos. – Me confesó.
La miré sorprendida. No podía dar abasto
para lo que estaba escuchando.
-Te lo he estado ocultando muchísimo
tiempo. Pensaba que el animarte a que salieras con él me ayudaría a olvidarle y
por eso lo hice, pero no puedo más. Llámame idiota, egoísta. Llámame lo que
quieras.
-Sophie... Yo...
-Tranquila. Sé que quizás solo estorbe entre vosotros dos y te prometo que no quería que discutieseis por mi culpa. Es más, era él el que insistía en estar conmigo.
-¿Él lo sabe? – La interrumpí.
-No. – Contestó. – El se piensa que me
gusta otro chico.
La volví a mirar.
-Le quiero, _____. Es algo que no había
sentido por ningún otro chico. Es algo raro, diferente. Mi estómago sufre
cuando le ve a tu lado. Mi estómago es una selva cuando me mira.
Todo lo que estaba diciendo Sophie… todo
eso… me sentía tan identificada. Era realmente todo lo que me estaba pasando a
mí. ¿Cómo la iba a culpar de algo cuándo a mí me estaba pasando exactamente lo mismo?
-Tranquila. – Le dije.
Ella me miró extrañada.
-Lucha por él. Eres fantástica. Yo ya no
soy nada de él. Lo acabamos de dejar.
Ella me miró ilusionada, esperanzada.
-¿No te vas a enfadar? – Preguntó.
-No. No puedo…
Ella arrugó el entrecejo. Cogí aire y lo
solté. Mi pulso había comenzado de nuevo a acelerarse.
-A mí me pasa lo mismo, Sophie.
-¿Qué? – Se sobresaltó.
-Estoy enamorándome de una persona
imposible, inalcanzable. Mucho más inalcanzable de lo que es Marcos para ti.
Muchísimo más.
-¿Más? – Preguntó extrañada ella. –Eso es
difícil.
-Estoy enamorándome de Niall.
Sus ojos se abrieron como platos.
-¿Niall? ¿Enserio? ¿El novio de tu hermana?
– Preguntó sobresaltada.
Sophie pasó sus brazos sobre mis hombros y
dejó que me apoyase en ella para derrumbarme.
Se alejó de mí y me miró a los ojos.
-Se supone que vendría aquí para olvidarme
de él -continué.- y lo que he hecho es recordarle aún más. Reconcomerme aún más por dentro.
Darme cuenta de que le quiero más a cada beso, a cada caricia con ella. No
puedo, no puedo con ello, Sophie.
Me abrazó más fuerte. Me entendía y la
entendía. Ambas nos entendíamos.
-Tranquila. - Dijo ella. - Simplemente, lucha. – Me animó. – Te digo lo mismo que tú me acabas de decir a mí.
-No puedo luchar contra mi hermana. No
quiero luchar contra ella. Él la pertenece. Yo quiero quitarme del medio,
mantenerme al margen.
Me miraba confusa. Sin saber que decir. Aún
pertenecía apretándome las manos.
-Anda... Sal ahí y sonríe. Y anímate, ¿vale?
– La dije. Ella no se merecía estar escuchando mis problemas, ya se había
comido bastante con lo de Marcos.
-Pero…
-Vete. – La interrumpí. – Por favor.
Sophie se levantó y me miró con una mirada
cómplice.
-Gracias, ____. De verdad. - Me dijo por último.
Abandonó la habitación.
Suspiré. Ahora estaba sentada encima de la
cama. Ahora comprendía todo mejor.
Pobre Sophie. La entendía perfectamente, y
el haberme confesado con ella, me había servido de mucho. Ahora entendía por
qué estaba tan distante. ¿De verdad me estaría comportando yo también así?
-Dime que todo eso que acabas de decir es
cierto… - Una voz retumbaba dentro de la habitación.
Me giré. No podía ser. Ahí estaba él…
Ai mai!! Dios el siguiente ya!! Ame tu otra novela y año esta!! Plis siguiente capítulo!! DIOS MÍO NIALL ME HA ESCUCHADO!! Ajajaj
ResponderEliminar¡¡DIOOOOOS MIOOOOO!! SI YA ANTES ME IVA A MORIR SI NO SEGUIAS AHORA NI TE CUENTOOOO X.x Cuanrta perfeccioon me encanta pero sigue Jajajajaja
ResponderEliminarGOD GOD GOD GOD, Sigue*--*
ResponderEliminarMe encanta