miércoles, 17 de abril de 2013

Capítulo 21.


Con el móvil en la mano vibrando me retiré de el hombro de Marcos. Me levanté del asiento y me fui allí donde no se escuchase tanto la música. Niall acababa de colgar el teléfono.

¿Qué hacía? ¿Le llamaba? ¿No le llamaba?

¿Para qué me necesitaría a estas horas después de lo que había pasado horas antes? Quizás fuese algo importante…

Tecla verde. Ya no había marcha atrás. Llamada en curso para el rubito.

-_____. –Exclamó.
-Hola, Niall. – Dije.
-¿Cómo estás?
-Bien.
-¿Puedes hablar?
-Dime.
-Yo… verás… quería…        

Parecía dubitativo. Arrepentido.

-¿Querías…?
-Quería hablar lo de esta mañana. Tu comportamiento me ha resultado un tanto extraño…
-Lo era. – Dije cortante. –Pero Niall, ahora no es momento de hablarlo.
-Sí, perdona. Sé que es tarde pero no me podía ir a dormir sin… bueno… sin decirte que lo siento.

¿Lo siente? ¿El qué siente? Si aquí la que tiene la culpa de todo soy yo. Él no tiene la culpa de nada.

-¿Qué sientes? – Pregunté por fin.
-Si alguna vez te he incomodado o te he agobiado…
-No, Niall. No es eso.
-Entonces, ¿qué es?

Un toquecito en el hombro hizo que me olvidase por un momento de la conversación. Era Marcos.

-¿Qué haces aquí?

Tapé el micrófono con la mano.

-Ahora vuelvo. Es mi madre. Vete, que la gente nos quita el sitio.

Marcos sonrió y volvió a bajar las escaleras.

-¿____? – El rubito insistía.

-Perdona, ¿qué decías?
-Mañana a las diez de la mañana donde te dejé ayer con el coche, ¿vale? Quiero hablar esto en persona.

Y colgó.

No pude decirle nada. No pude negarme y tampoco confirmarme.

Bajé las escaleras de nuevo a mi sitio. Pensaba en la conversación que acabábamos de tener.

De nuevo Marcos estaba ahí. Sentado. Guapísimo.

-¿Qué quería tu madre? – Me preguntó.
-Preguntarme donde estaba solo. – Contesté.
-¿Quieres que nos vayamos ya? La actuación ha terminado.
-Sí. Mejor.

Nos levantamos y entre todo el mogollón de gente conseguimos salir. Ahí abajo estaba Louis, entre el un montón de jueces y personas que había en el recinto. Ese chico castaño de ojos azules debió de ganar. 

Tuve que estar hablando con Niall más tiempo de lo que creía haber estado.

~

Llegamos al aparcamiento de detrás de mi casa donde había puesto antes Marcos su coche. Se bajó y me bajé. Se acercó a mí.

-_____, creo que… - Me cogió las manos y se las acercó a su perfecto torso. - A lo mejor esto es muy precipitado pero… de verdad me gustas. Eres la única chica que me ha llegado a gustar hasta el punto de insistirle hasta cuando me ha rechazado. No entiendo en absoluto que me pasa contigo pero, por favor, déjame demostrarte que te quiero y que sé hacer que tú también me quieras.

Miraba al suelo. Su mano derecha me soltó para levantar mi barbilla. Le miré a los ojos. Solo una luz de una farola nos alumbraba.

-Marcos, yo…

Arrastró mi barbilla hasta su cara hasta que nuestros labios chocaron. Un beso tímido, vago. Terminó.

-Te quiero, ______. De verdad. Eres una chica increíble. Dame una oportunidad.

De nuevo existía la duda. La había. Era lo único que podría salvarme de querer a Niall más de lo que ya lo hacía, además, Marcos me gustaba, mucho…

Miraba de nuevo al suelo, dubitativa aún. Pero decidí.

-La tienes. – Dije. – Toda tuya.

Marcos sonrió satisfecho y me abrazó. Luego me besó con un beso apasionado con el que yo le correspondí.

Ese chico besaba realmente bien, y aun que en ese momento pensaba que le estaba utilizando, lo que no sabría es que, al final todo daría muchas vueltas.


~

El despertador sonaba. Abrí los ojos y miré el móvil. Las nueve de la mañana. Me había despertado media hora más tarde que de costumbre. En la barra de arriba de mi móvil aparecía algo: Un nuevo mensaje.

“Buenos días, enana. Espero que tengas un gran día. Esta noche me paso a verte. Un beso, te quiero.”

Marcos. ¡Qué buen despertar! Sin querer, me sacó una sonrisa… ¿Quién me decía que no iba a ser el amor de mi vida? Tenía que olvidar a Niall fuera como fuera.

Me arreglé. Un peto con estampado de flores y bastante fresco con una coleta alta. Sandalias romanas de nuevo. Bolso marrón que colgaba de mi hombro derecho.

Caminaba a las 9:55 de la mañana hacia el lugar que horas antes había quedado con Niall.

Hacía mal, realmente mal. Me estaba metiendo en la boca del lobo. Estaba intentando olvidarme de él con Marcos pero quedaba con él. Era algo irónico que mi cuerpo me pedía de todos modos que hiciese.

Ahí estaba él. Apoyado con la pierna izquierda en la pared de un kiosco que estaba a la sombra. El sol picaba aun que fuese tan temprano.

-Hola. – Me acerqué a él. No quise sonreírle mucho, mantener distancia era lo mejor.
-Hola… - Dijo él dejando caer la “a”

Ambos nos quedamos mirándonos. No sabíamos qué hacer ni dónde ir.

-¿Desayunamos? – Preguntó.
-Sí. Vale.

Comenzamos a andar por la playa hacia la heladería donde me olvidé las llaves. Donde trabajaba su amigo, Zayn.

-¿Qué tal ayer? – Preguntó. – Tu hermana me dijo que saliste con Marcos.
-Ah, sí… que chivata es. – Reí. Él me rió por compromiso, pero no le hizo demasiada gracia ese chiste que hice para ablandar la situación. –Bien. Todo bien.
-¿Es tu novio? – Preguntó directamente.
-¿Eh?- Pregunté sorprendida.
-¿Sales con él?
-Bueno… -Me miró directamente a los ojos, sorprendido. – Puede ser, no sé.
-Ah.
-¿Por qué?
-Desde que sales con él cambiaste conmigo.
-¿Qué?

Me paré en seco en medio de la arena de la playa.

-Creo que es él el que te aleja de mí. El que te dice que no me veas y todo eso… -Se paró mirándome a los ojos.

¿Enserio Niall me estaba diciendo eso? ¿Esa era la imagen que estaba dando? Si supiera porque me alejaba de él de verdad…

-No…
-Sé que me lo negarás.- Interrumpió. – Pero sé que algo detrás de ese chico hay que no me gusta.
-¿Qué quieres? ¿Qué me aleje de él?
-No. No te digo eso. Solo que tengas cuidado. Su hermano es… raro. Y él tiene pinta de serlo también.
-¿Harry? ¿Raro?

Si supiera también que ese tal Harry y mi hermana se llevaban tan bien… Comenzamos de nuevo a andar.

-Mucho. Tuvo algún que otro conflicto con un chico de mi grupo.

Llegamos a la heladería. Abrí la puerta yo primero y pasé. Había tensión.

Detrás de la barra estaba Zayn que charlaba con otro muchacho que estaba de espaldas. No había nadie, acababan de abrir.

-Buenos días. – Sonrió el rubito.
-¡Buenos días, Nialler! – Dijo sonriente el chico del tupé, acercándose a Niall y dándole un golpe en la espalda.
-¡No me llames así! – Se quejó.
-¿Por qué, James? – Replicó Zayn.
-¡Menos! – Rieron ambos.

Yo sonreí vagamente. Para nada era la misma situación que hace unos días cuando entré con Marcos

-No te enfades con Zayn, tío – El chico que estaba de espaldas apoyado en la barra se giró y se dirigió sonriente hacia Niall.

Para mi sorpresa, claro… ¡Era Louis! El de anoche. El amigo de Marcos.

Se ensancharon la mano y chocaron, ambos sonrientes.

-Hola. – Dijo Louis. – Cuánto tiempo.
-Hola. – Sonreí vergonzosa.
-¿Os conocéis? – Preguntó Niall bajo la mirada de Zayn que no me había dirigido una sola palabra.
-La conocí ayer. – Se adelantó Louis.
-Sí. –Afirmé nerviosa.

¿Por qué se tenían que conocer? Y lo peor, ¿por qué tenían que haberse encontrado conmigo delante?

-Yo pensé que tú y Niall eráis novios. – Dijo Louis. 
-¡¿Qué?! – Exclamamos Niall y yo a la vez.
-La forma en la que te defendió hace unos días… Sospechoso. – Rió. - Pero ayer cuando te vi con Marcos... se me quitaron todas mis sospechas.

¿Qué estaba diciendo ese chico? Tenía que escapar de ahí. Necesitaba irme. Estaba realmente incómoda.

Louis, que me intimidaba bastante, estaba hablando con Niall al que confundía con mi novio. Y Zayn, no dejaba de mirarme de forma asesina.

Debía escapar.

-Lo  siento. Me tengo que ir – Interrumpí.
-¿Irte? – Preguntó Niall sorprendido. -¿Irte dónde?
-Hasta luego. – Dije yo en alto mientras abría la puerta de la heladería y me iba.

Andaba rápido por la arena.

Ese comentario que hizo su amigo me chocó, de frente. No me sentó mal. Solo me di cuenta de que la impotencia crecía. 

Niall no era mi novio, no lo era. Y jamás lo sería. Por mucho que le pareciese a la gente, Niall solo era un amigo. Pero, ¡¿qué es eso de amigo?! Era mi cuñado y tenía que aprender a verle tan solo como eso.

-Espera. – Gritaba Niall.

Escuchaba sus pasos por la arena.

-¡Espera! – Exclamó cuando llegó a mí.

Cogió mi brazo y tiró de él hacia atrás para que me parase.

-¿Qué te ha pasado? – Preguntó.
-Niall, mejor será que me vaya a mi casa y tú a la tuya. Tú y yo nunca podremos ser amigos. Nunca. – Le dije armada de valor.
-¿Por qué? – Preguntó extrañado.
-Somos cuñados. – Respondí.
-¿Y qué? ¿Qué pasa? ¿Qué no hay cuñados amigos? Eso no te sirve como excusa. Seguro que es tu novio que no te deja verme.
-No, Niall. No es eso.
-Entonces, dime. Dime qué es lo que hace que pienses que entre tú y yo no puede haber amistad.
-No, Niall. No quiero. Déjame irme.

Niall apretaba más fuerte mi brazo, casi cortándome la circulación.

-Por favor. Dímelo y te dejaré en paz.
-No.
-¡Joder, por favor!
-Niall, suéltame.
-O me lo dices o no te suelto. Tú decides.
-Niall, joder. Que no puedo decírtelo. No insistas. No puedo decirte lo que me pasa ni lo que puede llegar a pasar si te sigo viendo, ¿vale? Olvídate de mí y de nuestra supuesta amistad. No puedo verte, no quiero verte.

Esas palabras parecían hacerle daño. Hacerle polvo.

-Pero, ¿por qué? – Insistía aun que ahora más débil, más dolido.


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