-Sencillo. – Exclamaba Niall.
-Vale. Entendido.
-Es solo coger la táctica y comprenderlo. Una vez hecho eso,
siempre es lo mismo.
-Tienes razón.
Sonreía a Niall y él me sonreía a mí. Parecíamos dos tontos.
Dos tontos los cuales empezaban a sentir cosas el uno por el otro, pero no. La
tonta era yo, que era la que de verdad empezaba a sentir cosas por él. Él
simplemente, se limitaba a darme clases de matemáticas y a llevarse bien
conmigo.
Un ruido molesto chirriaba en mi escritorio. Un mensaje
nuevo.
-¿Puedo? – Le pedí permiso a Niall.
-Claro.
Desbloqueé el móvil y miré. Mensaje de “Marcos”
¡Mierda! Me había olvidado por completo de Marcos.
“Hola _____.
Recuerdas aún no de la competición de Skate que hablábamos ayer, ¿no? La
competición empieza a las cinco y media de la tarde. ¿Te parece que después
vayamos a cenar? Espero que sea un sí, me encantaría cenar contigo. Un beso.”
Mi cara se descompuso totalmente.
-Algo me dice que ese mensaje no te ha gustado mucho. – Dijo.
-No, nada. Nada. Es Sophie, que no podemos ir hoy a dormir a
su casa…
-¡Siempre andas por ahí! – Dijo revolviéndome el pelo.
-¡Es verano! Pensaba irme a la playa de viaje y mírame, aquí,
contigo. Dando álgebra.
Los dos reímos. Era genial el nuevo Niall.
Era hora de marcharse. Esa mañana se había demorado más la
hora ya que llegamos casi dos horas más tarde, pero era igual. Había sido una
clase amena y se me había pasado más rápido.
Bajábamos las escaleras, insistí en acompañarle hasta la
puerta, sabría que estaría cerrada y no me haría ninguna gracia tener que bajar
de nuevo.
-Niall.- Le dije cuando ya estábamos delante de la puerta.
-Dime. – Dijo con una sonrisa enorme.
-Gracias…
-¿Por qué?
-Por lo del concurso, por lo de las llaves, por dejarme
dormir en tu casa y guardarme el secreto… eres genial.
Niall me sonrió y tras engancharme el moflete y estirármelo,
yo le pegué un pequeño golpe en el hombro que hizo que se moviese para atrás y
que casi se cayese. Después, me cogió del cuello y me arrimó hacia su torso. Me
abrazó. Olía su perfume. Abrazaba su cuerpo tan trabajado. Escuchaba su
respiración… ¡Puf!
-Hasta mañana, enana. No olvides hoy las llaves.
-Sino, se donde vives. – Le sonreí por última vez y cerré la
puerta con llave.
Sin embargo, mi felicidad desapareció pronto, cuando, al segundo
de cruzar la puerta de la cocina donde iba a ver qué había para comer, estaba
mi madre mirando por la ventana de la cocina, desde la que se veía la puerta
exterior de la casa.
-Que buen royito os traéis tú y tu supuesto profesor, ¿no? –
Me miraba sujetando aún la cortina y mirando como desaparecía Niall a lo lejos.
-Mama, ¿qué haces aquí? - pregunté asombrada.
-Parece mentira que ese chico te ayude a aprobar. Lo dudo, en realidad.- Siguió su conversación.
-Lo hará. – No tardé ni dos segundos en contestar. Mi rencor
hacia mi madre había crecido en las últimas horas muchísimo.
-¿Tú crees? No le veo mucho futuro a tus notas académicas con
ese chico. – Mi madre me miró a los ojos.
-Quieras o no quieras, él será mi profesor.
No podía evitar el estar fría con mi madre, era imposible.
Ella no comprendía nada, no entendía que yo ya era mayorcita, lo suficiente.
-¿Tú crees que me puedo fiar de un chico que va dando abrazos
a las chicas así porque sí? ¿Tú crees que ese chico de verdad quiere a Anne? –
Mi madre arrugaba la cortina de la rabia.
-Creo que quiere a Anne. Es más, ama a Anne. – Dije. Dolida,
pero lo dije.
-¡Já! – Soltó una sonrisa irónica. – Cuanto te queda por
aprender, querida.
No pensaba estar ni dos minutos más esperando a que mi madre
me insinuase nada más. Cogí una pieza de fruta y salí de la cocina.
Llegué a mi habitación y tras recoger todo lo que habíamos
usado Niall y yo, cogí mi móvil.
Justo me estaba llamando Amy.
-¿Sí?
-Hola cielo, ¿qué tal?
-¡Hola, Amy!
-¿Qué planes tienes para hoy?
-Descansar. Estoy agotada.
-¿No te vienes a la playa?
-No. - Dije seria. - No me apetece mucho, la verdad.
-¡Vamos! Si hoy no creo que llueva.- Insistió
Bajé algo el móvil de mi oído y me dirigí a la ventana. Corrí
la cortina y miré al cielo. Despejado. Haría una buena tarde, Amy tenía razón.
-Es igual. Prefiero quedarme en casa.
-Bueno, pues. No insisto más...
Mi mirada se desvió unos metros más abajo, al lado de la
puerta principal de mi casa. Era Anne.
-Amy, tengo que colgar. Luego hablamos.
Colgué. De nuevo miré y pestañeé un par de veces. No estaba sola. Vendría de trabajar y estaba
acompañada por alguien: Harry Styles. El hermano de Marcos.
-¡Marcos! – Exclamé. – Mierda, mierda. ¿Cómo le digo que no
podré ir a verle?
De nuevo, olvidé ese tema. Un abrazo cariñoso y un beso en la
mejilla de ese chico a mi hermana hicieron que la escena se descuadrase aún
más. Y no me quería imaginar la que se montaría si mi madre también acababa de
ver lo que yo.
Agité la cabeza y me senté en mi cama cogiendo el móvil. Otro
mensaje nuevo me acababa de llegar.
“No puedo
aceptar un no como respuesta. Acabo de reservar en uno de los mejores
restaurantes mañana a las nueve. Un beso, Marcos.”
¡Joder! Quizás hubiera sido mejor el contestarle cuando me
mandó el mensaje. Ahora sí que no le podía decir que no, pero… ¿Cómo lo haría? No
podía estar en dos sitios a la vez.
Escuché subir a Anne. Mi puerta estaba medio cerrada, así
que, me asomé algo. Mi madre no debió verla ya que subía sonriente mientras
pulsaba la pantalla de su Ipod.
-Hola, Anne. – Abrí la puerta y la saludé.
-Hola. ¿Qué tal las mates? – Me dijo mientras seguía andando
dirección a su cuarto.
-Bien, genial. Niall es un gran profesor.
-Ya te dije que estudiaba eso.
-No hace falta que sigas con la mentira. Sé que no es
profesor ni que tampoco estudia para eso. Solo se le daban bien y ya está.
Anne me miró sorprendida mientras entraba a su habitación y
se quitaba el bolso de su cuello.
-¿Cómo lo sabes?
-Larga historia. – Dije tras soltarle una sonrisa. Cosa que
la desencajó aún más.
-¿Te puedo preguntar algo? – Inicié una conversación tras
unos minutos de silencio mientras observaba como se quitaba sus pendientes y dejaba sus zapatos debajo de su tocador.
-Claro.
De repente, abrió su armario para colgar su bolso dentro. En
la puerta estaban colgadas bastantes fotografías de ella y Niall besándose, haciendo
el tonto, abrazándose.
Esas imágenes se me clavaron cual cuchillo en el corazón.
Realmente me dolieron y más cuando acababa de pasar esa gran mañana con el
rubito.
“Olvídate de él” La frase de Liam se me repetía en mi cabeza.
Pero, ¿a quién iba a mentir? No podría.
-¿_____?
-No, no. Es igual. Olvídalo. Luego hablamos.
Y desaparecí. Era imposible que me estuviesen doliendo tanto
esas fotografías. Había veces que se me olvidaba por completo que él era el
novio de ella, y esa ella era mi hermana.
Era todo confusión. ¿Qué hacía? ¿Seguía manteniendo una
amistad con Niall? ¿O hacía caso a Liam y me olvidaba de él? Amistad. Claro,
ese era el problema. Yo a Niall no le veía como simple amistad.
Me tumbé en mi cama abrazando a mi peluche como hacía unas
horas. Esta semana estaba teniendo demasiados ratos en esa situación. Nunca,
jamás había sentido nada parecido por alguien, ni si quiera había estado
pensando en algo tan constantemente como pienso en él.
Puf, y Marcos… Marcos… ¿Qué hacía con él?
“No sé que
habrá pasado ni por qué ese chico te estaba trayendo hasta casa en coche y
metros antes te has bajado y has intentado disimular mientras él se daba la
vuelta a la manzana con el coche. Frena. ¿Vale?” Esa frase de
Liam…
Y pensando y pensando, me quedé dormida.
Un
día más tarde.
Últimos retoques y ya estaba lista. Shorts y camiseta de tirantes con unas Vans como zapatillas y una trenza al lado para darle un toque veraniego a mi look.
-¿Lista? – El rubito se acercaba a mí mientras yo cogía mi
blog, pinceles, pinturas etc.
-Lista.
-Traje el coche para no tener que ir andando con este sol
abrasador.
-Genial. – Sonreí y guardé todo en el maletero. Me acerqué a
la puerta del copiloto y me metí dentro.
-Pareces nerviosa.
-Lo estoy.
Reímos.
-Niall, te querría pedir un favor.
El jovencito estaba arrancando el coche y éste empezaba a
andar.
-Dime. – Sonrió.
-A las cinco y media me tengo que ir. Marcos me invitó a una
competición y no puedo hacerle el feo de no ir…
Niall miró hacia adelante y su rostro se entristeció.
Apretaba el volante y las venas de sus manos empezaban a marcarse aún más.
Había metido la pata, parecía.
-Claro. – Dijo. - Tranquila. Lo
que haya que hacer a partir de las cinco y media lo haré yo. Yo me encargo.
-¿De verdad? – Dije entusiasmada.
-Claro.
Su rostro había entristecido y se enfrió bastante en el
trayecto. No me miró y no volvió a dirigirme la palabra en todo el rato que
estuvimos dentro del coche. ¿Qué había dicho o hecho para que el rubito se
sintiese mal?
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ResponderEliminarUooo me encanta tu novela es tan jdjdjdjdldjfsjhfdhdd debería presentarla a algun concurso como el de wambie y así aumentarían tu visitas ,yo la votaría!!!
ResponderEliminarP.D porfaaaaaaaa síguela!!!!