jueves, 2 de mayo de 2013

Capítulo 33.


Las diez de la mañana. Tenía que hablar con Niall. Tenía que hacerlo. Pedirle disculpas como mínimo, saber cómo estaba. Despedirme de él. Dentro de tres horas tendría que ir rumbo al aeropuerto y no podría hacerlo sin hablar con él antes.

Y ahora, estaba en su puerta, al igual que días atrás. En la misma situación. No había exactamente nadie que me cogiese ese maldito telefonillo.

Todas las persianas de la ventana estaban bajadas. Nada me daba una simple señal de que Niall se encontraba ahí.

-¡Por aquí! – Exclamaban detrás de mí.

Me giré. Vi un camión de mudanzas y a Louis ordenando a dos hombres que cargaban con un sillón.

-¿Lou? – Le dije arrugando la frente cuando estaba lo suficientemente de mí.
-¡____! ¿Qué haces aquí? – Preguntó sorprendido.
-¿Y tú? – Pregunté.
-Me mudo al lado de Niall. – Dijo mirando a esos dos hombrecillos.
-Venía a hablar con él, Lou. ¿Dónde está? – Pregunté.
-Lo vas a tener difícil. Se fue de madrugada. A nadie le dijo donde, pero se fue.
-¡¿Qué?! – Exclamé.
-Mejor será que olvides todo esto de una vez e intentes hacer tu vida. Sin él.

Miré a Lou que tenía en sus ojos unas gafas de sol. Estaba dudosa, ¿dónde podría haber ido Niall?

-No puedo, Lou. Tengo que hablar con él.
-Yo ya te dije que será difícil, pero si te empeñas, te deseo suerte. – Me besó la mejilla y se fue detrás de esos hombres que pasaban el sofá por la pequeña puerta del portal.

-Por cierto, Bon Voyage! - Exclamó agitando su mano antes de entrar en el portal. 

Yo, me limité a dar media vuelta y, débilmente, empezar a caminar rumbo a mi casa, donde terminaría las maletas y emprendería camino rumbo al aeropuerto.

~

Salía al exterior de mi casa donde mis padres estaban esperándome para guardar mis maletas en el coche. Liam estaba con ellos.

De Anne no sabía nada. Se fue a casa de Taylor algo después de tener esa bronca y no apareció por casa. 

No me iba a despedir de ella y me sentía realmente mal. Pero era más que comprensible que no quisiera saber nada de mí.

Monté en el coche con unas gafas de sol, mis ojos estaban hinchados.

Mis padres montaron en los asientos delanteros y Liam y yo en los traseros.

-¿Y Anne? – Preguntó mi padre antes de arrancar el coche.
-Está con Taylor. – Dijo Liam
-Ya me despedí de ella. – Añadí.

Los dos nos miramos y yo le sonreí cómplice.

Liam me agarró la mano disimuladamente.

Mi padre arrancó el coche y tras una hora conduciendo, llegamos al aeropuerto.

Estaba nerviosa, no podía evitarlo. Sería una semana pero iría sola. Completamente sola, con una familia a la que apenas conocía y a París, la ciudad del amor.

Hablando del amor, tampoco me había despedido de Nial y me sentía realmente culpable. La última vez que lo vi fue cuando salió corriendo detrás de Anne. ¿Cómo estaría? ¿Dónde se habría metido? ¿Dónde habría ido? Me sentía tan culpable de haberme metido en medio… Necesitaba hablar con él, disculparme. Al igual que lo necesitaba hacer con mi hermana, pero con ella era mucho más difícil.

-Que tengas un buen viaje, cariño. – Mi madre me abrazó e hizo que me olvidase de Niall, de Anne y de todo eso que pasó la noche anterior, que era lo que estaba pensando.
-Muchas gracias mamá.

Mi padre se unió al abrazo y yo les di un beso en la mejilla a los dos.

Después de ese gran abrazo, miré a Liam. Le sonreí y me abalancé sobre su torso rodeándole algo más arriba de la cintura con los brazos.

Él pasó sus brazos por mi cuello y me besaba la cabeza.

-Gracias, Liam. Gracias por todo. Sobre todo por ser el único que no me ha abandonado y que ha permanecido siempre a mi lado. Gracias.
-No me des las gracias. Eres mi enana favorita, recuerda. – Me abrazó más fuerte aún.

Les sonreí a todos y directamente me pasé al mostrador donde tendría que entregar mi pasaporte y embarcar mi maleta. Hecho.

Después, fui dirección adentro. Ya no había marcha atrás. Dentro de cincuenta minutos mi avión con rumbo a París saldría.

Agitaba la mano en signo de despedida a mis padres y a mi hermano. Ya no nos veíamos.

Cuarenta minutos después de estar ahí, una voz nos anunció que ya era hora de embarcar en el avión.

Atravesé ese pasillo que nos llevaba hasta él. Saqué mi billete y miré el número de asiento que me tocaría. 

Después de encontrarlo, descolgué mi mochila y la metí en el maletero de arriba. Me había tocado ventana. ¡Menos mal!

Me senté y suspiré. No podía olvidarme de todo lo que había pasado un día antes, y mucho menos, podía olvidarme de él.

Pero si de algo estaba segura es que ese viaje tenía que aprovecharlo, y era mi oportunidad para empezar de cero. Pero para nada lo sería.

~

“Señores pasajeros, les avisamos que estamos a punto de aterrizar en el aeropuerto Charles de Gaulle, París. Gracias por viajar con nosotros”

Una voz anunciaba el final del viaje. Había sido corto.

Sonreí.

Ese armatoste tardó menos de diez minutos en aterrizar en el aeropuerto de París. En cuanto aterrizamos, saqué mi mochila y ansiosa salí en busca de mis maletas.

Una maleta por ahí, otra por ahí. Al fin avisté la mía. La cogí y eché a correr hacia la salida donde me estaría esperando Lorette y su familia.

Giré esa esquina y eché un primer vistazo a todos. Había empresarios, parejas, taxistas con un papelito entre las manos con nombres de gente, grupos, etcétera.

Eché otro vistazo a la izquierda y encontré a una familia sonriente. Dos adultos, una chica aparentemente de mi edad y un niño rubito pequeño. En las manos de la chica había un folio que ponía “Señorita Flint” Sonreí. 

Los había encontrado.

Agarré mi maleta y eché a correr fundiéndome en un gran abrazo con Lorette.

-Bonjour, Lorette.
-Hola, ____.

Las dos sonreímos y volvimos a abrazarnos.  Después, me dirigí a los padres de Lorette.

-Bonjour Volontiers, je suis ____. –Le sonreí.
- Bonjour belle. – Dijo la madre de Lorette. -  Je suis Aina. Encantada. – Esa última palabra la dijo intentando imitar mi acento. Le salió realmente bien.

Después, me acerqué al pequeño y me agaché. Él se intentó esconder detrás de la pierna de su madre.

-Bonjour. – Le sonreí.
-Bonjour. – Dijo con una dulce y fina voz.
- Quel est votre nom?
-Alain. – Dijo el niño con una sonrisa pícara a mi pregunta de cuál era su nombre.
- ____. – Le estreché la mano y él la apretó. Los dos sonreímos.
-¿Nos vamos? – Sugirió Lorette que parecía ser la única que podría comunicarse conmigo en mi idioma.
-Sí. Claro. – Sonreí.

Lorette les tradujo a sus padres y a su pequeño hermano. Fuimos al parking donde estaba su coche. Un BMW blanco bastante moderno. ¡Puf! Parecían tener dinero.

-¿Qué tal el vuelo? – Me preguntó Lorette con ese acento francés tan peculiar.
-Bastante tranquilo.
-¿Sigues nerviosa?
-Algo menos. – Sonreí.

Nos montamos en el coche y el padre de nombre Bernard arrancó el coche.

Yo me encontraba en el asiento de la ventana izquierda de la parte trasera del coche. El pequeño Ailan no dejaba de mirarme de reojo.

Le miré y le sonreí. Él me apartó la mirada corriendo y sonrió mirando a la puerta.

-Tu hermano es vergonzoso. – Le dije a Lorette.
-Sólo hasta que coge confianza.

Lorette sonrió y yo con ella.


Acabábamos de llegar a la casa de Lorette. Era grande. Un chalet de dos plantas y bastante amplio. Con un jardín trasero con piscina y hamacas para tomar el sol. Un cenador en el que Lorette me informó que cenaban todas las noches y un perro correteando por el jardín. Era un pastor alemán y se llamaba Káiser.

Era precioso, grande y muy, muy cariñoso.

Después de echar un vistazo a la casa, volvimos a la entrada donde dejé mis maletas y las subimos a la planta de arriba, a la habitación de Lorette, que era donde dormiríamos las dos.

-Te hice un hueco en mi armario. – Me informó. – Espero que tengas suficiente.

Abrió esa puerta de madera y me enseñó el hueco que tenía.
-Es suficiente. – La dije sonriendo.
-Bien. – Dijo ella.

Comencé a colocar mi armario mientras Lorette jugueteaba con un cubo de rubik tumbada en su cama.

-Por cierto, me dijeron que hoy había una exposición de retratos en el centro de París. ¿Te apetece que vayamos? – Preguntó Lorette.

Dejé automáticamente de hacer lo que estaba haciendo y me giré sorprendida. ¿Enserio era verdad eso que me estaba diciendo?

-Bueno…
-¡Vamos! – Exclamó interrumpiéndome. – Sé que te encanta dibujar. Además, la inaugurarán esta noche. Hay retratos de todas partes del mundo, de un montón de personas. Ni si quiera son famosas. Son solo aficionados que se dedican a pintar en su tiempo libre.

Sonreí mirando a Lorette.

-Está cerca de la torre Eiffel. Luego podemos verla. – Añadió.

Lorette me terminó convenciendo. No sé cómo pero lo hizo. Pero yo no sabía que esa noche, cambiaría todos mis esquemas. Cambiaría mi vida. 



4 comentarios:

  1. Nooooooooooo q te tienes q olvidar de niall!!!!!

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  2. oohhh!! madree!-1! lou se traslada donde niall, su hermana sin aparecer y ahora... la exposicionn!! q fuerte q fuertee!! no dejas de sorprenderme :))

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  3. Ahhhhhh!!! Que súper chachi me encanto....
    No m digas que en la exposición estará el cuadro de Niall? Pobre ___..... Jejeje
    Chauuu

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  4. ASDFGHLÑ. NEREA CADA VEZ TE SUPERAS A TI MISMA MÁAS SIGUEEE PRRECCIOOOSAA.

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