miércoles, 12 de diciembre de 2012

Capítulo 1.


Matemáticas. Esa era la palabra que retumbaba en todas y cada una de las paredes de mi cabeza. Jamás me podía imaginar que iban a ser mis mayores enemigas, en primero de ESO me parecían tan amigables.

-¿_____? – Amy me daba toquecitos en el hombro.
-Lo siento. Estoy en mi mundo… -Contesté.

Caminábamos por la acera de aquella calle. El sol calentaba las calles, empezaba el verano. Caminábamos  intentando alargar ese camino lo más posible. Llevábamos las notas a casa. Ese día el calor no nos afectaba.

-Deja ya de pensar en las matemáticas. – Protestó Amy. – Piensa que acaba de terminar el último año y que dentro de tres meses podremos decir que somos ¡UNIVERSITARIAS!
-No hagas caso, _____. Eso de que las matemáticas se interpongan en nuestras vacaciones no mola. ¿Cuánto llevamos planeando este viaje? – Añadió a la conversación Sophie.
-Esto es totalmente un martirio. – Dije.- Intenté todo para aprobarlas pero ni siquiera eso sirvió.
-No te amargues más y disfruta de la vida. ¡Qué son dos días! – Amy daba vueltas en la acera de enfrente de mi casa. Había llegado, afortunada o desafortunadamente. –Por cierto, ¿está tu hermano en casa? – Susurró.
-No. – Le hice un gesto en la cabeza. Ella se apenó. – Y aun que lo estuviese, tiene novia. – Le dije. – Además de que no se va a fijar en una enana como tú.
-Oh, vaya… - Se lamentó Amy.- Yo no voy a dejar de luchar por él.
-¡Vamos! Camina,  y deja de decir tonterías, aún nos quedan quince minutos de camino. – Dijo Sophie mientras empujaba levemente a Amy.
-¡Suerte! – Gritó Amy mientras sacudía la mano.

Sí, ellas dos eran mis mejores amigas. Me llamo ____ Flint y acababa de cumplir los dieciocho años por aquel entonces. Ellas eran Amy y Sophie, dos personas completamente opuestas a mí y totalmente opuestas entre sí. Somos de la misma edad y estudiábamos en la misma clase. Amy era la típica chica sociable. Morena y con el pelo largo, ojos color miel, alta y delgada. La denominábamos como la diva de nosotras tres, pues lo era. Había salido con muchos chicos y siempre nos contaba que era la sensación más bonita del mundo, el enamorarse. Sophie y yo siempre nos mirábamos extrañadas, pues nosotras dos nunca habíamos experimentado eso de enamorarse. Sophie, al contrario que Amy, era callada, tímida y bueno… no muy sociable. Pero las tres compartíamos algo que nos unió desde el primer momento en el que coincidimos: El viaje de ensueño. Sí, así sería. Playa, fiesta, chicos… ¡El viaje que cualquier adolescente de diez y ocho años recién cumplidos desea tener! Nos conocimos en tercero de ESO y desde ahí no había sido capaz ningún tipo de obstáculo separarnos.  Pero sin embargo, este verano iba a ser diferente. Nos acababan de dar las vacaciones de verano y cualquier chica de mi edad celebraría este día por todo lo alto. Todas menos yo. Amy y Sophie habían aprobado todas, pero yo no. ¡Había suspendido matemáticas!

Saqué las llaves de la puerta de mi casa pensando en cómo decir la mala noticia a mis padres. De nuevo subí las escaleras de ese pequeño porche donde nos reuníamos en familia.
Inserté las llaves en la puerta y entré a dentro. ¡Por fin aire acondicionado! Por fin aquel calor insoportable se quedaría en el exterior.

-¡Ya estoy en casa! – Grité.
-Buenas tardes, enana. – Era Liam.
-¿Qué haces tú aquí?
-Hoy me he pedido el día libre. Ya sabes, para celebrar vuestras notas.

Mi hermano. Veintidós años. Alto, castaño, ojos rasgados, cara perfecta… Y una fantástica persona. Presumía de hermano, pues lo consideraba como mi mejor amigo. Era la persona que más me había 
ayudado. Con la que más cosas había compartido.

-¡Vamos chicos! Os estamos esperando en la mesa.

 Anne. Mi hermana mediana. Dos años más que yo. Al igual que yo y que Liam tenía el pelo castaño y los ojos rasgados y oscuros. Ella era un pelín más alta que yo y tenía un tipo perfecto, era lo que siempre había envidiado de ella. También teníamos una relación muy buena, pero como la de Liam, no era.

Subí las escaleras que me conducían a la parte de arriba y dejé la mochila en mi habitación. Me quitaba aquel estúpido uniforme y lo colocaba en el armario, ese uniforme que no me volvería a poner jamás. La voz de mi madre exigiéndome que bajase de nuevo me alertaba.

Bajé lo más despacio que pude aquellas escaleras que comunicaban las dos partes de la casa.

Entré en el comedor y todos estaban sentados. Anne con una sonrisa que decoraba ese perfecto rostro que 
tenía. Arrastré la silla hacia atrás y me senté al lado de Liam, como siempre. Temía lo que vendría ahora, la pregunta del millón ¿Qué tal las notas? Mi hermana seguro que habría sacado notazas, pero yo, no corría esa misma suerte.

-¿Qué tal todo? – Preguntó mi padre mientras todos comíamos de aquel plato. Yo temía cada monosílabo que soltaban por esa boca. No quería que me preguntasen por las notas que parecían haber quedado olvidadas.
-Bien. – Contestó Liam. – El trabajo de momento va genial.
-¿Y tú Anne? – Dijo.
-¡Notazas! – Como era de esperar. – Además, os quería contar algo.

En ese momento la conversación que manteníamos en esa mesa se interrumpió. El timbre de la casa sonó.

-¡Voy yo! – Exclamé. Veía la situación perfecta para esquivar la pregunta que vendría ahora.

Me levanté de la mesa y abrí la puerta del salón volviéndola a cerrar para que el fresquito del aire acondicionado no se escapase. Apresuré mi paso al escuchar el ansia de la persona que estaría detrás de la puerta.  ¿Quién sería? No esperábamos a nadie, al menos que yo supiera. Seguro que sería la vecina de al lado pidiéndonos algo de sal.

Llegué en frente de la puerta y giré el pomo, esperando a la Señora Martin. Pero no, no lo era. Era una persona que no había visto jamás en la vida. Una persona de sexo masculino que acababa de aparecer mostrándome el paraíso. Un chico algo más alto que yo, rubio y de ojos azules estaba delante de mí. Torso perfecto, manos enormes, venas marcadas por todos sus brazos. ¿Quién era ese ángel que se situaba delante de mí?

-Creo que me he equivocado… - Dijo ese chico al ver que mi boca no podía articular palabra.
-¿Quién eres?
-Niall, Niall Horan. – Ese magnífico acento penetraba en mi oído como la melodía más perfecta que jamás hubiera podido escuchar. – Anne me debió de dar la dirección mal, lo siento.- Ese chico se disculpó y comenzó a bajar las escaleras, mientras yo intentaba averiguar de qué podía conocer aquel chico tan perfecto a mi hermana.
-¡Espera! – Logré decir. –Anne vive aquí. Anne es mi hermana. – Ese tal Niall se dio la vuelta y subió de nuevo las escaleras del porche.
-Bien. – Ese chico se metió las manos en los bolsillos traseros esperando a que yo le invitase a pasar.
-Oh, perdón. Adelante. – Me retiré para que pasase. Seguí con el olfato aquel olor a perfume que soltaba detrás de ese cuerpo. Él de nuevo se detuvo a mi lado mientras yo seguía embobada mirándole.
-¿Nos vamos a quedar aquí? – preguntó de nuevo. ¡Pensaría que yo estaba loca!
-Disculpa… Ven.

Me puse delante de él, no quería mirarle a la cara porque sabría que me hipnotizaría y quedaría peor de lo que ya lo estaba haciendo. Mientras caminaba hacia el comedor, miraba al suelo intentando descifrar qué sería ese chico de mi hermana. Me situé delante de la puerta del comedor y de nuevo la abrí.

-¡Eso era lo que os tenía que contar! - Exclamó Anne. Acto seguido se levantó de la silla y abrió los brazos en busca de un abrazo de aquel rubito. Yo me retiré de la situación y volví a mi sitio, no sin antes hacerle una mueca de desconcierto a Liam.
-¿Quién es? – Me susurró mi hermano.
-No tengo ni…
-¡Niall es mi novio! – Anne interrumpió mi susurro. Mi cara se convirtió en todo un montaje. ¿Novio? ¿Ese rubito? ¿Ese fantástico personaje era el novio de mi hermana?
-¿Tú qué? – Intentó decir mi madre mientras mi padre, yo y mi hermano permanecíamos en un estado shock.
-Mi novio. – Repitió mi hermana entusiasmada.
-Jovencita, ¿podemos hablar un momento? – Mi madre se levantó y agarró del brazo a mi hermana, la sacó al pasillo. Algo malo la estaría diciendo.
-Oh, toma asiento. – Le sugirió mi padre a Niall mientras Anne y mi madre estaban ausentes. Él hizo caso.

Ninguna conversación presente. Mi padre y Liam comían aquella sopa que ya estaría fría. Niall observaba el comedor mirando de un lado para otro todos los adornos que decoraban aquella sala, y yo… bueno, yo le miraba a él. Sin saber el por qué, sin saber por qué ese chico había impresionado tanto en mí. De repente su mirada bajó hasta dar con mis ojos. Los retiré inmediatamente e intenté disimular. La puerta del comedor de nuevo se abrió y entraban mi hermana y mi madre de nuevo a la situación tan incómoda que se había creado. Anne había cambiado totalmente su gesto y estaba algo triste. Parecía que mi madre no había terminado de aceptar del todo la relación tan repentina que había sorprendido en nuestra vida mi hermana. 

-Creo que yo me voy a ir yendo. - Dijo ese chico. Anne le miró apenada.
-Bien. - Dijo mi madre.
-Lo siento... - Le vocalizó por lo bajo a ese chico.
-_____, acompáñale a la puerta. - Me ordenó mi madre. Acto seguido me levanté de la silla y me puse al lado de ese chico. Abrí la puerta y el me seguía hacia la puerta.
-Lo siento... - Me disculpé yo también.
-No es nada. - Dijo secamente ese tal Niall Horan.

Abandonó mi casa. Parecía ser algo borde, pero no quise darle importancia a aquel comportamiento que había tenido conmigo, pensaba que solo sería la incómoda situación que acabábamos de vivir.


Recogíamos mi hermana y yo la mesa minutos después de que ese rubito abandonara nuestra casa.

-Siento que no le haya parecido buena idea eso de tu novio a mamá… - Le dije a Anne mientras metíamos los platos en la pila.
-No te preocupes, ____. No es tu culpa.
-Y tú, ____. – Una voz con cierta compostura hablaba detrás de mí. La voz de mi madre. -¿Y tus notas?  - La famosa pregunta…
-¿No te las di? – Intenté disimular.
-No. – Mi madre continuaba firme.
-Bueno… subo a por ellas… pero…
-No hay peros que valgan. Bájalas inmediatamente.

Mi madre era una mujer simpática y nos daba todo el cariño del mundo, pero era muy estricta. Siempre lo había sido y jamás nos consintió ningún suspenso. Eso fue lo que nos obligó o mejor dicho, ayudó a ser tan buenos estudiantes.

Subí las escaleras mientras Liam estaba delante de su puerta. Me chistó y le miré.

-No son del todo buenas, ¿no? – Me susurró.
-¿Cómo lo sabes?  - Le pregunté asombrada.
-Te conozco y sé que si así hubieran sido no hubieras intentado esconderlas. – Dijo. –Dime, ¿qué has suspendido? 
-Matemáticas… - Le dije.

Liam resopló y me deseó suerte. Después de eso, entré en mi habitación y rebusqué en la mochila hasta encontrar el boletín. Bajé despacio las escaleras. No quería interrumpir aquella conversación que mantenían mi hermana y mi madre. Miraba por la pequeña raja que había entre la puerta de la cocina y el pasillo. Anne se acercaba y yo me retiré para dejarla pasar. No tenía una cara muy agradable. Pasé y me puse al lado de mi madre.

-Aquí tienes...-Entré en la cocina y le entregué el boletín de las notas a mi madre. Sus manos agarraron aquel delicado folio y sus ojos parecían estar convencidos. Totalmente hasta que leyó algo: Matemáticas 4.
-¿Cómo que matemáticas 4? – Preguntó sobresaltada.
-Verás…
-¿Tú suspendiendo matemáticas? – Mi madre me interrumpió. -¿No tendrás también un ligue que te esté desconcentrando?
-No, para nada…
-¿Entonces? Algún día me matáis a disgustos.
-Mamá…
-Ten. – Mi madre no dejaba que pronunciase palabra. – Llévatelas. No quiero verlas. Sabes las consecuencias que tiene, ¿no?
¿Cuáles? - Me atreví a decir. 
-No te irás con tus amigas de viaje. Ni pensarlo.
-¿¡CÓMO!? – Exclamé.
-Es más, te pondré un profesor para que te ayude en verano. Aprobarás esas matemáticas.
-Pero... - Intenté escudarme. 
-¡Y yo tengo la respuesta! - De repente mi hermana entró con un comportamiento completamente diferente al que minutos antes mostraba.
-¿Qué? - Preguntamos extrañadas mi madre y yo.
-Niall puede ayudar a _____ con las matemáticas. Él se está sacando la carrera de profesor de matemáticas y sé que sabrá hacerlo. - Mi madre la miró sorprendida. -Así que, podemos hacer un trato. - Mi madre arrugó el entrecejo para que Anne siguiera con su proposición. - Si Niall consigue que _____ apruebe matemáticas, le aceptarás. 
-¿Y si no lo hace? - Se quejó mi madre. 
-No le volveré a ver. Lo prometo. - Le contestó Anne. Mi madre miraba a Anne con una sonrisa
-Está bien. - Aceptó. 

Mi cara se transformó totalmente. ¿Profesor? ¿Matemáticas? ¿El novio de mi hermana? ¿SIN VIAJE? Las vacaciones de verano no empezaban muy bien. Ni siquiera se parecían a las que había imaginado todos estos años atrás. Y me temo que no se parecerían en nada. 

PD. Si quieres el capítulo 2 dale a me gusta :) 


7 comentarios:

  1. Me encantaaaa (: Siguela por favor, entiendo a rayita mi madre es parecida! JAJAJA
    Un besito
    Fir: @iMrsNiallerJB

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  2. ¿Te he dicho que me he enamorado? Pues eso *-*

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  3. Me ha encantado!! Siguela cuanto antes :) Te sigo en twitterr!! :P @SLGEM

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  4. Es horrible, no jajaj, es genial, sihguela

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  5. GeNiall, me encanto el primero, Jejejejeje como sabes, a soy fan
    Bsos

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  6. ¿odiar matemática? ¿raspar matemática? ¿embobarse con niall? ¿dos mejores amigas? ¿madre estricta? ¿¡ME ESTAS ESPIANDO!?

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