Subí las escaleras hasta llegar a mi habitación y tumbarme
en la cama. ¿Cómo podría llevar eso de que el novio de mi propia hermana, el cuál su físico me había cautivado nada más verle? No sabía cómo iba a acabar aquella situación, pero era completamente una locura.
Cogí el móvil y tecleé un mensaje para Sophie y Amy: ‘Me
quedo sin vacaciones’
Ellas se sobresaltaron y en media hora estaban debajo de mi
casa, llamando a mi puerta.
-¿Cómo que te quedas sin viaje? – Me preguntaba Amy sentada
en mi cama, al lado de Sophie mirándome como hacía la bolsa para irnos a
refrescar a la playa. –Eso es imposible, llevamos organizándolo muchísimo
tiempo.
-Pues eso… - Le contesté.
-No. No puedo consentirlo.
– Protestó Amy.
-Vale, díselo tú a mi madre. A ver si te hace caso.
-Bien. –Dijo decidida Amy. -¿Dónde está?
-No perdamos la calma. –Tranquilizó Sophie. – Si este año no
es, será el que viene, no nos preocupemos. Si hemos estado todos estos años
esperando, podemos esperar un año más.
-Pero este se supone que era en el que sería el viaje de
ensueño. – Dijo Amy.
-Chicas, ir vosotras. Pasároslo bien. – Las animé. –No
quiero que vosotras paguéis mis platos rotos.
-¿Estás loca? – Dijo Sophie. – O vamos todas o no vamos
ninguna.
Ellas seguían discutiendo conmigo. Yo las animaba a ir y
Sophie se negaba, mientras Amy seguía insistiendo en que ella hablaría con mi
madre. Intenté cambiar de tema contándoles lo que había ocurrido este medio día
en mi casa con el novio de mi hermana, y lo conseguí. Las distraje mientras ellas
se quedaban boquiabiertas con la historia.
Llegamos a la playa y estiramos las toallas en el mismo
sitio que de costumbre. Nos sentamos mientras nos dábamos crema y nos reíamos.
Al menos nos distraíamos un poco.
Algo me paralizó e hizo que parase de darme aquel protector
solar. Aquel chico que hacía unas horas se había presentado en mi casa estaba
pasando con sus amigos delante de nosotras. Fue fácil distinguirle entre
tantos, su perfecto físico llamaba la atención desde kilómetros. Él me miró y
yo sentí como si mi corazón se diese la vuelta. Estaba esperando a que me
regalase una sonrisa o un simple saludo, pero no lo hizo. No hizo nada de eso.
Él me miró de reojo y continuó andando. ¿Por qué? Esa fue mi pregunta. ¿Por qué
después de haberse presentado en mi casa y sabiendo que sería mi futuro profesor de matemáticas no me dedicaba ni un solo saludo? A lo
mejor es porque le parecí algo rara, o quizá porque le parecía una enana. ¿Qué
sería? Y, ¿por qué me importaba tanto la opinión que tuviese ese chico de mí?
¿Por qué me molestó tanto que no me saludase? A penas le conocía.
-_____. ¿Otra vez pensando en las mates? – Amy interrumpía
aquella situación. –Vamos, vamos al agua.
-Claro. – No le quitaba ojo a aquel grupo de chicos que se
habían situado pocos metros más allá de nosotras. Todos ellos empezaron a jugar
al volley y haciendo bobadas entre ellos. ¿Cuántos años tendrían? ¿Veinte? Pero
apenas aparentaban lo que nosotras.
Aquel rubito que sería mi futuro profesor de matemáticas, no paraba de mirar para donde estábamos
nosotras. No sabía donde miraba exactamente, sólo sabía que miraba en esa
dirección, se había puesto gafas de sol.
-¿Qué miras tanto? – Preguntó Sophie mientras escondíamos
nuestro cuerpo debajo del agua.
-Es él… -Dije.
-¿Quién? – Preguntaron las dos extrañadas.
-Aquel. El rubito con gafas de sol y de bañador verde. Ese
es mi futuro profesor de matemáticas...
-¿¡Ese!? – A Amy se le hicieron los ojos chiribitas. Yo
asentí.
-Oh, Dios. Es perfecto – Dijo Sophie.
-Sí, y el novio de mi hermana. - Interrumpí aquel precioso momento.
-Pues no le quitabas ojo. - Dijo Amy.
-No te gustará, ¿no? - Preguntó Sophie.
-Sí, y el novio de mi hermana. - Interrumpí aquel precioso momento.
-Pues no le quitabas ojo. - Dijo Amy.
-No te gustará, ¿no? - Preguntó Sophie.
-¿¡Qué!? – Exclamé yo sobresaltada de aquella pregunta sin
sentido que acababa de lanzarme Sophie. -¿Estás loca? ¿Cómo me va a gustar el
novio de mi hermana? Además, a penas se como se llama
-No sé, pero a mí ese me enamora. – Interrumpió Amy. Era mi
hermano. Venía con todo su grupo de amigos, y su novia, Marta.
-Voy a saludarle. – Las dije.
-Claro, tú como siempre dándome envidia. –Rechistó Amy.
Salí del agua y me subí a la espalda de Liam sin que él se
diese cuenta. Le tapé los ojos y empezó a agitar la cara intentando que las
quitase de su vista.
-¡Me voy a caer! – Me advirtió.
-¡Hazlo! – Grité.
Los dos nos caímos segundos después de que lo advirtiese.
Cuando caímos fue cuando vio que era yo.
-Vaya hermanita, como siempre haciéndomelo pasar mal. –
Dijo.
-¿Te lo hago pasar mal? – Dije mientras nos levantábamos de
la arena y nos sacudíamos.
-Lo digo de broma, sabes que eres lo mejor que tengo. – Liam
me cogió del cuello y me arrimó a él. –
Luego nos vemos. – Me besó el pelo y se alejó dándole la mano a Marta.
Andaba por la costosa arena, pues se había levantado un aire
muy malo que estaba trayendo unas nubes oscuras. Amy y Sophie salían del agua
luchando en contra del viento para poder llegar a mí.
-Creo que deberíamos irnos. – Dijo Amy.
-Sí. – Dijimos Sophie y yo.
Empezamos a recoger todo y meterlo en las mochilas cuando
empezó a gotear. Empezamos a apresurar el paso para no mojarnos demasiado. El
suelo desprendía calor, pero la lluvia estaba fría. Llegamos a la esquina donde
nos despedíamos cuando veníamos de la playa y empecé a caminar por la calle de
mi casa. Empezaba a llover más fuerte y decidí sacar la toalla para ponérmela
en el pelo.
-¡Qué guapa! – Un chico montado en bici me gritó eso con
ironía.
Le miré de reojo y miré algo. Detrás de ese chico iba otro: El supuesto novio de mi hermana. No tardé nada en quitarme la toalla de la cabeza y dejar que la lluvia me mojase el pelo más de lo que ya lo había hecho. Niall ya no tenía las gafas de sol y pude ver cómo me miraba extrañado. Estaría pensando que estaba totalmente loca.
Le miré de reojo y miré algo. Detrás de ese chico iba otro: El supuesto novio de mi hermana. No tardé nada en quitarme la toalla de la cabeza y dejar que la lluvia me mojase el pelo más de lo que ya lo había hecho. Niall ya no tenía las gafas de sol y pude ver cómo me miraba extrañado. Estaría pensando que estaba totalmente loca.
Entré en mi casa y subí a mi habitación a cambiarme. Después de eso me tumbé en la cama y pensaba. Mi hermano era feliz con su novia, una chica simpática y agradable que le daba un cariño impresionante. Mi hermana tenía novio, lo cual quería decir que sería feliz con ese chico rubio, o que ya lo era. Y mi mejor amiga ha tenido más novios que años, pero sin embargo, al único que quiso fue a Zack un chico que se tuvo que mudar por problemas familiares. Pero se enamoró. Todo mí alrededor había experimentado esa sensación que todo el mundo describe como lo más maravilloso del mundo. Obviamente, yo había tenido novios, pero jamás había sentido esa cosquilla que decían que aparecía.
Pensando en eso, me quedé dormida hasta la mañana siguiente,
que me desperté por los gritos que desprendía mi madre
-¡Arriba! – Entró y subió hasta arriba la persiana de la habitación.
-Mamá, ¿qué haces? – Pregunté incorporándome para ver la
hora en el despertador que tenía en mi mesilla.
-Las nueve menos cuarto. Arriba. El profesor ya está aquí.
-¿Ya? – Pregunté sorprendida.
-Claro.– Mi madre comenzó a andar por
toda mi habitación.
-¿No dirás de verdad eso de que me vaya a quedar sin
vacaciones, no?
-Te lo advertí.
-Mamá, tengo diez y ocho años, ya puedo hacer lo que quiera.
-No. – Mi madre se giró y me miró directamente a los ojos
transmitiéndome compostura. Me puse erguida y abrí los ojos escandalizada por
su reacción. – No puedes hacer lo que quieras. No mientras vivas bajo este
techo. Y ahora, arréglate y baja al salón, está esperándote ahí tu profesor con
Anne.
Mi madre abandonó la habitación y yo me quedé en la cama
intentando espabilarme. Más me valía darme prisa y prepararme.
Abrí el armario y saqué unos shorts y una camiseta de
tirantes. El pelo me lo cepillé y bajé rápidamente hacia la cocina mientras me
servía un poco de zumo.
-Buenos días, papá. – Le dije amablemente a mi padre que
leía el periódico antes de irse a trabajar, como todas las mañanas.
Con el vaso en la mano atravesé aquel pasillo hasta llegar a
la puerta del salón. La empujé con la cadera y dejé que se abriera. Intenté
entrar pero algo no debió funcionar bien. Se me cayó el vaso y empapó toda la
alfombra que mi madre tenía decorando el suelo del salón.
-¿Qué ha pasado? – Anne se acercó alarmada -¿____? – Anne me
miró extrañada.
-Lo… lo siento… - Me disculpé intentando que la tierra se
abriese en ese mismo momento y me tragase. Todo lo que hacía delante de aquel
chico era quedar mal.
-Iré a por la fregona. Vosotros mientras iros
acomodando. – Dijo Anne.
Niall me miraba serio. Seguramente estaría pensando que por
qué tenía que hacer de profesor de tal esperpento, pero, siendo sincera, yo
también me lo preguntaba.
-Hola. – Le dije con una sonrisa en la cara y sentándome a
su lado. Él me lanzó una sonrisa, y para que mentirnos, pareció ser fingida.
–Soy ______. Ayer no tuve tiempo de presentarme… - El me miró y echo una vaga
sonrisa. –Y bueno… serás mi profesor ¿no? – Pregunté intentando salir de aquel
incómodo silencio.
-Creo que está bastante claro. – La voz seca y borde de
aquel chico me hicieron enfriarme totalmente. ¿Por qué era así? No le había
hecho nada. Miré a mí alrededor y me quedé en silencio.
Anne entró por el salón con un cubo y una fregona y empezó a
escurrirla para pasarla por aquel zumo que acababa de derribar. Me levanté del
sillón mirando como aquel rubito sacaba su móvil y empezaba a jugar y me acerqué
a Anne.
-¿Puedo preguntarte algo? – Le susurré.
-Dime. – Me dijo mientras no paraba de pasar de un lado para
otro aquella fregona.
-¿Enserio tengo que hacer esto? – Le pregunté.
-Hazlo por mi, necesito que mamá le acepte. Le quiero... – Mi
mirada fue hacia aquel chico y arrugué el entrecejo. – Un trato es un trato.
No me gustaba ese trato porque yo estaba en medio. A parte es que tendría que
estar todos los días viendo a aquel chico. ¿Por qué no otro profesor? ¿Por qué
él?
-Por eso busqué un trabajo de verano en una tienda de ropa
del paseo marítimo. – Me informó Anne. – Así cada vez que estéis dando clase no
tendré la tentación de estar con él y aprobarás.
-Espera, espera. ¿Me piensas dejar sola con él? – Le
pregunté asombrada.
-Pues claro. – Anne cogió con su mano el cubo y me lanzó un
beso. Desaparecía de aquella sala mientras a mí no me quedaba otra que darme la
vuelta y acercarme a aquella situación que se llamaba de una manera peculiar:
Niall Horan.
PD. Si quieres el siguiente dale a Me gusta :)
Me gusta no, me encanta jejejej
ResponderEliminarAme este capítulo, besos