lunes, 7 de enero de 2013

Capítulo 5.


Cogí aire y levanté la mirada. Allí arriba estaba quien menos quería que estuviese: Ese chico rubito que se hacía llamar Niall. Ahora entendía al completo porque dijo ese ‘tú’ Es que, ¿no había fiestas y sitios en la ciudad como para venir a dar a la misma fiesta y en otra situación embarazosa?

-Me acabas de empapar. – Se quejó.
-Ha sido sin querer. – Le contesté.
-¿Qué haces aquí? – La música estaba demasiado alta, pero parecía que ese chico tenía un amplificador imaginario para que su voz retumbase en mi cabeza claramente.
-Podría decir lo mismo. – Le dije.
-Al final no me hiciste caso y saliste.
-¿Desde cuándo eres tú el que me da órdenes de qué tengo que hacer?

Ese chico acababa de sonreír. Esa magnífica sonrisa que me sorprendió. No sabía a que venía.

-¡_____! – Marcos exclamó mi nombre. -¡Vamos!
-Ya voy. – Le contesté.
-Mejor voy a pedir a alguien una camiseta de recambio… - Dijo Niall.

Me sorprendía que no se hubiera cabreado. Ni si quiera había puesto una cara de asesino cuando vio mi bebida vertida por su camiseta.

-Bien… - Le dije.
-Hasta luego. – Se despidió.

Empezó a esquivar a la gente y yo le miraba pensando en que debía de pedirle perdón. Miré a Marcos y tras su mirada corrí tras Niall. Él se quedó confundido, pero yo lo ignoré.

-¡Niall, Niall! – Exclamé. Fui detrás de él hasta que conseguí que me escuchase. Él se giró.
-Disculpa por… mancharte. – Dije arrepentida.
-No te preocupes, se secará de aquí a que me valla. – Dijo.

¿Enserio ese era el Niall de estos últimos días? Parecía estar más amable. Bueno, parecía no, estaba más amable.

Niall me sonrió y desapareció. Se iba con unos amigos que le esperaban ahí, Anne hoy salía con sus amigas. 

Me quedé mirándole fijamente hasta que desapareció con aquellos dos chicos más.

-¿Qué haces aquí? Marcos te está buscando como loco. – Amy estaba detrás de mí.
-Ese chico… es raro. – Le dije aún sin quitarle ojo.
-¿Qué chico? – Preguntó extrañada ella y a la vez asombrada por la tonta sonrisa que se me acababa de dibujar.
-Niall. – Contesté segura.
-¿Estás loca? Es el novio de tu hermana.

En ese momento abandoné totalmente el mundo en el que vivía. Abandoné totalmente aquella situación y regresé a la realidad: El novio de mi hermana;  No podía consentir que aquella sonrisa se me volviese a dibujar, porque como bien había dicho Amy, era el novio de mi hermana. Pero, ¿por qué se me dibujó tan tontamente? Sinceramente, esa situación era rara.

-Iré con Marcos. – Dije intentando salir de aquella incómoda situación.

Desaparecí de su lado y comencé a buscarle por toda aquella gente. Marcos estaba sentado en uno de los sillones del jardín interior. Sus manos sujetaban un zumo mientras sus brazos estaban apoyados en sus piernas y su mirada iba hacia el suelo. La música ya no se escuchaba tan fuerte así que, ese era el sitio perfecto para mantener una conversación.

-Hola… - Le dije apurada.  Él levantó la mirada.
-Pensaba que te ibas a ir con aquel chaval. – Su voz mostraba algo de celos.
-¿Por qué iba a hacerlo? – Pregunté sentándome a su lado.
-Tu cara mirándole era todo un poema.
-Ese chico es prohibido.
-¿Prohibido?
-Prohibido. – Confirmé.
-Bueno… en ese caso…
-¿Me das un trago de tu zumo? – Le interrumpí. – Mi bebida terminó… bueno… ya sabes.
-Claro. – Me ofreció el vaso.

Comencé a beber de ese vaso un trago pequeño mientras que él no me quitaba ojo. La verdad es que sus ojos eran bonitos y su mirada era muy dulce.

-¿Interrumpo? – Un chico con el pelo de media estatura y rizado se cruzó en nuestra conversación.
-No, para nada. – Contestó Marcos. –Este es Harry, mi hermano. – Me lo presentó.
-Hola. – Le saludé. Él me sonrió y me dio dos besos.
-Marcos, te recuerdo que ya es tarde… - Harry estaba metiendo prisa a Marcos.
-Sí, ya voy. – Contestó Marcos.
-Encantado.

Sonrió Harry y desapareció de la escena entrando de nuevo a aquella aglomeración de gente.

-¿Tu hermano? – Pregunté.
-Un año mayor. – Contestó.
-Ahora que lo dices, os parecéis. – Sonreí.
-Bueno, creo que debo irme. – Dijo Marcos. – ¿Quieres que quedemos algún día? – Sus mofletes empezaron a enrojecerse y su sonrisa se dibujó en la cara.
-Claro. – Acepté.
-Bien, pues…
-Ten. – Saqué mi móvil para que apuntase su teléfono. – Te llamaré.
-Bien. – Sonrió. –Hasta pronto.

Dos minutos tardó Marcos en desaparecer y dos minutos tardaron Amy y Sophie en venir a interrogarme.

-Oh, Dios. ¡Marcos y tú vais a quedar! ¡Marcos! Encima, has besado a su hermano. ¿Te has dado cuenta? Su hermano. Ese pivón… - Amy parecía morir.
-Amy. – Le dijo Sophie. – ¡Tranquilízate! – Yo soltaba pequeñas carcajadas.
-Chicas, yo me voy ya. – Les informé.
-¡¿Ya?! – Exclamó Amy.
-¿Te acompañamos? – Preguntó Sophie.
-No, iré yo sola.

Las sonreí y las abracé en signo de despedida. Después de eso, comencé a andar esquivando a toda aquella gente que aún permanecía en la casa de aquella chica. Al fin llegué a la puerta del exterior que comunicaba el patio delantero con la calle y la casa. Al llegar a la puerta exhalé aire.

Comencé a bajar las escaleras de ese porche que adornaba la entrada a la casa. En frente había un coche aparcado con puertas abiertas y con música algo elevada. Un grupo de chicos estaban alrededor y solo alcancé a ver a un grupito de tres que estaban apoyados en el capó. Achiné los ojos para asegurarme de que era real lo que estaba viendo: Ese chico que estaba ahí era Niall. ¿Con esa gente? En ese instante pensé en mi madre. Jamás perdonaría a un chico así en su casa, y menos siendo novio de su hija.

Continuaba bajando y me percaté que uno de los chicos que estaba con Niall se dio cuenta de que no les quitaba ojo. Se acercó a Niall y le dijo algo al oído. La mirada de ambos se dirigieron a mí. La cara de Niall de nuevo me hipnotizó, pero no quise pensarlo más y agité mi cabeza.
Atravesé el arco de esa entrada y me dirigía calle abajo.

-¡Eh! ¡Morena! – Uno de los chavales comenzaba a gritar. -¡Oye! – Parecía que se estuviese dirigiendo a mí.

Se callaron unos segundos y comencé a escuchar confusos balbuceos entre los que solo alcancé a entender una pregunta: ¿Cómo se llama? La voz de Niall contestando esa pregunta me hizo apretar los ojos y que apareciese el deseo de darme media vuelta y soltarle una patada en la entrepierna a todos. Apresuraba el paso para desaparecer de aquella calle lo antes posible.

-¡_____! ¿No escuchas? – De nuevo apreté más los ojos y me mordí el labio conteniendo las ganas de girarme. -¡HOLA!

La voz elevada detrás de mí hizo que me girase. El chico moreno que hizo que quedara en evidencia delante de Niall en una bicicleta días atrás se encontraba en frente de mí.

-¿Qué quieres? – Le dije extremadamente cabreada.
-¡Uoh! Encima con carácter. – Exclamó soltando sonrisas.
-Dime. – Insistí. -¿Qué quieres?
-Niall nos ha dicho que eres una niñata. Parece que lleva razón. – Rió. Risas detrás de él retumbaban. La música del coche llevaba un rato apagada, con lo que escuchaban todo lo que hablábamos.
-Me da igual lo que piense Niall o lo que penséis tú y tu grupito de inmaduros sobre mí. No me influye para nada. – Le contesté.
-¿Te vienes a pasar un buen rato? – Me dijo con una sonrisa pícara.
-¿Eres gilipollas? – Le contesté con una sonrisa irónica. La suya desapareció de su rostro y chistó.
-Encima de niñata, creída. Qué asco de pijas.

Ese chico se subió a la bicicleta y escupió. Intenté echarme para atrás pero no llegué a tiempo. Su saliva salpicó en todo mi vestido.

Me miré y cambié mi cara de asombro. Comencé a andar detrás de él. Quizá debía de haberme dado la vuelta y haber continuado con mi camino, pero la impotencia de ese escupitajo en mi vestido me ganó y fui detrás de él.

-Si eres tan machito, ¿qué haces escupiendo a tías? – Le dije.

Voces de sus amigos comenzaban a hacer eco con sonidos como ‘Uo’ ó ‘lo que te ha dicho.’

-¿Qué quieres? – Dijo acercándose a mí. -¿Más pelea? A dentro tengo tías que no se andan con rodeos y te dejan la cara plana.
-Tíos como tú me dan pena. – Le susurré.
-¿Sí? – Rió irónicamente. – Chst. – Chistó de nuevo. – Llamad a las chicas. A ver qué tal se las apaña.
-Eh. – En ese momento Niall se dignó a bajar del capó y parar los pies a su amigo. –No te pases, tío.
Yo me retiré para dejar paso a Niall.
-Te has pasado, Zayn. – Añadió.
-¿Qué después de llamarle niñata la defiendes? – De nuevo aquel chico que debía llamarse Zayn, sonreía.
-No hace falta que me defienda nadie. Se hacerlo yo solita. – Le dije.
-Cállate, _____ . – Me ordenó Niall. – Y tú, Zayn. Vete a meterte con chicas más de tu edad, porque eso de meterte con gente más pequeña que tú, y encima chicas, algo patético sí que es.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro. La intenté disimular, pero no pude. Me escondía tras la espalda de él y sentía como era un escudo bastante seguro. Se estaba enfrentando a sus amigos para defenderme a mí, así que, tan mal chico, no sería.  



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